CALLES TRANSPORTADORAS

En principio, y todavía en otras culturas distintas a la occidental, la calle era concebida como un lugar de encuentro, de relaciones, de intercambio, de enriquecimiento, de desarrollo personal; después llegó el «progreso», la velocidad, la oportunidad de comprar todo en un mismo sitio y en un sólo momento, la idea de que la zonificación y la segmentación de usos era un camino a seguir…. ahora no «pasamos por el jardín» hay que «ir al jardín», tenemos también la zona de aperitivos, la zona de compras, la zona de bancos, la zona universitaria…etc; y entre todas ellas (precisamente donde vive el 90% de la gente) una malla que muchos de forma positiva comparan con el sistema arterial del cuerpo humano …. «grandes arterias que estructuran todo y redes capilares que se ramifican»… creo que comparar nuestras calles y sobretodo su funcionamiento con la increíble eficiencia del cuerpo humano es bastante desproporcionado; yo más bien lo comparo con cintas transportadoras de «trozos de carne».

Desde que las aceras se convirtieron en «aquello que sobra entre los edificios y las calzadas» o en «aquello a lo que se suben los viandantes para no ser atropellados y poder acceder a sus viviendas»,  nuestro papel en esas calles secundarias o fuera del radio de influencia de actividades potentes se parece más a una cinta transportadora que a cualquier otra cosa; somos «elementos» que se desplazan desde una fase del proceso productivo a la siguiente, el medio en el que nos movemos no permite o fomenta la relación, no hay enriquecimiento, no hay diversión sensorial, no hay relax… todas las ventajas que caracterizan al hombre como ser social quedan centradas en zonas concretas y diluidas en el resto de la ciudad, en ese momento pasamos a ser «trozos de carne transportados».

A esta situación nos lleva simplemente el conformismo frente a unas verdades asumidas como válidas que realmente comprobamos hace mucho tiempo que no funcionan; la dimensión adecuada de una acera no es la que dice la normativa, lo más importante de un vial no es que me quepan más carriles,  el número de árboles no debe ser determinado por una tabla universal; lo importante de una calle es que sea capaz de crear el escenario para nuestro desarrollo y eso no está ni en las tablas ni en el Neufert.

¿Dónde empieza?¿Dónde acaba? ¿Qué intermedios existen o pueden existir en el recorrido? ¿Cuando le da el sol? ¿Quién la usa? ¿Para qué la usa? ¿Qué déficits tiene? ¿Qué potencialidades? ¿Puedo pasear o me aburro? ¿Puedo descansar o me estreso? ¿Pueden jugar los niños o sería un peligro? ¿Me puedo parar a charlar un rato con un amigo? ¿Podría haber tiendas con género en la calle? ¿Y terrazas? ¿Podría buscar sinergias con las colindantes?…..Es mucho más sencillo entrar en tablas y decidir que la acera debe ser de 1,50 ml de ancho y centrar la atención en que en zonas con farola o papelera cumpla que al menos haya 1,20 ml … y ese es verdaderamente el gran problema.

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Al igual que en paisaje, cuando hablamos de funcionamiento de nuestras ciudades llega un punto en la discusión en el que llegamos a lo tremendamente complejo y lo que para algunos es mucho peor… lo subjetivo… ese el momento en el que se decide la marcha atrás, la vuelta a lo conocido, el temor o la vagancia por investigar y mejorar; pero el funcionamiento de las ciudades es enormemente complejo y la felicidad del ser humano llega de lo subjetivo con lo cual, si dejamos fuera de juego estos dos factores sencillamente seguiremos nuestro proceso de transformación en «trozos de carne transportados».

CIUDADES VULNERABLES

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Fte: Atlas de vulnerabilidad urbana

Esta semana he conocido una interesante iniciativa del Ministerio de Fomento llamada «Atlas de vulnerabilidad urbana», tras este potente título encontramos un estudio basado en cuatro grupos de indicadores (sociodemográficos, socioeconómicos, residenciales y subjetivos); una propuesta como digo interesante como proceso de investigación siempre y cuando vaya «más allá» de la simple observación (muchos observatorios sólo observan (la parte fácil del problema), otros en un número muy inferior además diagnostican (un grado de dificultad elevado) y por último un grupo muy muy reducido además propone soluciones (lo más difícil pero en definitiva la finalidad de todos ellos)).

Según el estudio, lo que se busca es «crear un mapa de ámbitos urbanos obsoletos, desfavorecidos o en dificultades, precisados de programas o planes de rehabilitación o de actuaciones de renovación y rehabilitación urbana», para ello vemos como el comportamiento o la tendencia de un sistema complejo como es el de un distrito censal pasa a ser simplificado mediante el estudio de 21 indicadores entre los que encontramos edad de los habitantes, tasa de paro, nivel de estudios, zonas verdes, vivienda, nacionalidad, delincuencia, ruido, contaminación, etc… sin embargo no veo nada de nivel de complejidad urbana, de mezcla de usos, de calidad de paisaje urbano, de posibilidades de interrelación y complementariedad con barrios colindantes, de elementos culturales, de lugares de intercambio y relación, etc…

Posiblemente la escala o los medios disponibles del trabajo no han permitido ahondar en estos términos, lo cual nos lleva a mi entender a resultados no sólo insuficientes sino también erróneos; a modo de ejemplo un centro histórico con gran número de edificios antiguos, con una población envejecida, con tráfico denso en sus bordes y escasez de zonas verdes puede ser plasmado como «barrio vulnerable» cuando posiblemente la complejidad urbana, la presencia de elementos culturales y la presencia de numerosos comercios hagan de la zona una de las de mayor «vida» en la ciudad; y en el caso opuesto un barrio de ensanche exclusivamente residencial, con población joven, amplias zonas verdes y bien comunicado por autovía pasará con nota el examen cuando en realidad el barrio «se muere de tristeza y de falta de vida».

Una trama compleja donde los usos se entremezclan, donde el paisaje despierta el interés por recorrer y  donde la calle facilita, permite y potencia la relación, lleva directamente al interés por habitar, crea el escenario necesario … lo demás viene después y la vulnerabilidad deja de existir.

LA DESHUMANIZACIÓN DEL URBANISMO

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Dice el diccionario de la RAE que «urbanismo» es el conjunto de conocimientos relativos a la planificación, desarrollo, reforma y ampliación de los edificios y espacios de las ciudades.

Dice la opinión pública (e incluso algún magistrado) que «urbanismo» es sinónimo de «pelotazo y corrupción», lo cual en este país es tristemente cierto en innumerables casos.

Dice la RAE que «medicina» es la ciencia y arte de precaver y curar las enfermedades del cuerpo humano.

Comparando las definiciones de «urbanismo» y «medicina», me planteo un primera duda,  en la explicación del segundo término queda muy clara cuál es la finalidad (precaver y curar las enfermedades del hombre), pero no veo una definición de la finalidad en el concepto de urbanismo, dice a qué nos dedicamos pero no para qué….. quizá ese sea el origen del problema.

Ordenamos, planificamos, reformamos, etc… ¿para qué? ¿cuál es la finalidad? ¿qué objetivo buscamos?….¿que me «quepa» el aprovechamiento? ¿que los coches pueden circular libremente? ¿que la conexión con la autovía sea lo más rápida posible? ¿que pueda encajar con calzador los estándares de zonas verdes?…. ¿y qué pasa con el cliente? y no me refiero al político que paga la factura, ese es el que maneja el dinero del verdadero cliente y receptor del servicio, la sociedad; ¿en qué parte del proceso la hemos considerado?.

Dice la OMS que la calidad de vida es la percepción que un individuo tiene de su lugar en la existencia, en el contexto de cultura y del sistema de valores en los que vive y en relación con sus expectativas, sus normas y sus inquietudes.

Por otra parte, se asume que las variables que intervienen en ese complejo concepto de «calidad de vida» son bienestar físico, social, material y emocional, así como el desarrollo personal; ¿puede el urbanismo influir en dichas variables?, evidentemente SI; podemos mejorar el bienestar físico en un entorno planificado, podemos potenciar formas de vida saludables, podemos fomentar desde el diseño de nuestras ciudades la relación social, podemos hacerlas más competitivas, podemos hacer crecer el sentimiento de apego, la sensación de seguridad por pertenencia a un conjunto valorado positivamente y en definitiva el desarrollo como seres sociales.

¿Qué ocurriría si nos olvidásemos de la definición fría y escueta de la RAE y consideráramos el urbanismo como algo así: «Ciencia y arte de la planificación de las ciudades cuyo objetivo es la mejora de la calidad de vida de los ciudadanos»?

¿Qué ocurriría si en cualquier plan urbanístico además de las engorrosas justificaciones matemáticas tuviésemos que justificar cómo hemos considerado a los ciudadanos? ¿qué les aportamos? ¿cómo tratamos de mejorar su calidad de vida?….. ¿Algo cambiaría no?.

¿RESPONSABILIDAD POLÍTICA?

Nuestra clase política es uno de los pocos sectores que tiene derecho a equivocarse sin responsabilidad real alguna; por ello hace algunos años en mi ciudad (Murcia) se optó por el fomento a capa y espada de los centros comerciales a las afueras de la ciudad creando de esta forma una franja periurbana difícilmente gestionable en la que en escasos metros encontramos el Centro Comercial Thader, el de Nueva Condomina, el del Tiro o el de la Noria; mientras tanto el comercio tradicional de la ciudad simplemente se moría sin que ninguna política de apoyo al mismo fuese al menos visible.

En plena crisis, los centros comerciales van perdiendo fuerza, cerrando negocios y entonces alguien parece darse cuenta de la importancia del  pequeño comercio para la formación y el mantenimiento de la ciudad y de esta forma esta semana leo en el periódico como el Ayuntamiento apoya acciones como la creación de un “eje verde” (en realidad se trata de una alfombra verde) en las dos calles del casco antiguo más comerciales de la ciudad, con mensajes como “… Murcia, centro comercial al aire libre…”.

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Fte: Diario La Verdad

En el estudio de paisaje de la ciudad que recientemente terminamos en inputpaisaje pudimos comprobar tras el proceso de participación pública como la zona “preferida” para el ocio no es aquella con mayor superficie de espacios verdes o grandes paseos, sino precisamente aquella con mayor densidad de comercios; luego parece ser que efectivamente el pequeño comercio si influye en el bienestar y en la sensación de “ciudad viva”.

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Densidad de locales comerciales ciudad de Murcia

Dicho esto, la iniciativa apoyada ahora por el Ayuntamiento me parece  muy acertada de cara a la sociedad murciana y a sus visitantes, pero ¿qué ocurre con los que han quedado en el camino y no han podido soportar estos años?; hubo claramente una política equivocada que incidió negativamente en la propia ciudad, y no trato de demonizar los centros comerciales, pero si el hecho de no controlar su efecto “apisonadora” sobre el pequeño comercio tradicional; simplemente se optó por un modelo que en ese momento proporcionaba fuertes ingresos, no se analizaron los efectos colaterales o se despreciaron y ahora tratamos de enmendar nuestro error… creo que a muchos profesionales nos gustaría disponer de ese posibilidad de enmienda sin responsabilidad alguna.

Como dicen que el hombre es el único animal que tropieza dos veces en la misma piedra, ahora que los centros comerciales han quedado en segundo plano, el e-commerce nos inunda, nos invade con la falsa lectura de ser una fácil salida a la crisis, pocos gastos y pocos medios para tener tu propio negocio; y sin duda unas ventajas muy evidentes para un comprador que no tiene tiempo de desplazarse o que simplemente quiere acceder a un mercado global. Estamos al principio de una nueva era que avanza vertiginosamente…. ¿Qué medidas se tomarán al respecto para poder seguir disfrutando de ese comercio que da vida a la ciudad? ¿Cómo se plantea la convivencia de las dos modalidades de comercio?. Imagino que simplemente esperaremos a ver qué ocurre como es habitual y si no funciona volveremos a probar otra política … total es gratis.

Este planteamiento podría parecer exagerado o fuera de lugar, pero no creo que los que vivían de las agencias de viaje, los videoclubs o los quioscos de prensa piensen que estamos exagerando.

BUSCARSE LAS HABICHUELAS … ¿TODO VALE?

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Hoy ha llegado a mis manos un folleto de colores en el que veía fotos de unos planos y un largo listado de precios y ofertas especiales, en principio pensaba que se trataba de la publicidad  de una empresa de fotocopias o de consumibles, pero justo antes de arrugarlo leo … «Cédulas de habitabilidad desde 75 €», sigo leyendo y veo «proyectos de apertura desde 290 €»…. vuelvo a mirar y compruebo que se trata nada más y nada menos que UNA CONSULTORÍA DE ARQUITECTURA E INGENIERÍA !! Entre cabreado y sorprendido consulto la página web que se cita en el cutre folleto y la frase que leo al más puro estilo Carrefour termina de machacarme «…Igualamos y mejoramos cualquier presupuesto…» .

Queda claro que la sociedad en general ha perdido el respeto por nuestra profesión, que en determinados sectores se nos considera como «los que hacen los «papeles» para la licencia»; es evidente que si nos dedicamos al urbanismo, en algunos ámbitos se nos considera directamente sospechosos de corrupción; pero el problema no es la sociedad, no son los sectores críticos, el problema lo tenemos en casa con este tipo de «profesionales» y lo pongo entre comillas claramente por lo siguiente:

Olvidemos que para poder firmar un proyecto de apertura hay que haber estudiado muchos años, mucho esfuerzo y mucho dinero invertido; todo eso lo olvidamos, lo regalamos altruistamente y empezamos con el proyecto de apertura: habrá que medir «in situ», habrá que hacer un plano, habrá que hacer una memoria, habrá que calcular algunos detalles, habrá que echarle tóner a la impresora, habrá que pagar el despacho, la luz, el agua, el teléfono, el ADSL, el colegio, la Mutua, el seguro de responsabilidad civil (el de este año y el de los 10 siguientes), habrá que desplazarse al local…… y al final de todo esto la gran recompensa, 290 € con los que al menos puedo pagar alguna de las púas de este mes…..

Está claro que cada uno es libre para buscarse las habichuelas como mejor entienda que debe hacerlo, pero me planteo dos preguntas:

– ¿Tan ciegos estamos que no nos damos cuenta de que estamos preparando nuestra propia tumba? Esos precios no cubren ni siquiera los gastos de Seguro de Responsabilidad Civil ¿Qué hacemos entonces? ¿Lo hacemos sin seguro? ¿Pagamos por trabajar?. ¿Cómo coño queremos que se respete nuestro trabajo si nosotros mismos decimos que no vale nada?.

– La teórica rigidez de los baremos de honorarios mínimos quedó atrás hace ya muchos años y queda muy bien hablar de que en el mercado de trabajo la profesionalidad y el buen hacer serán los que pongan precio a nuestros encargos, pero falla el origen, simplemente no hay mercado y no sólo por la brutal crisis del sector sino por la presencia de estos personajes. ¿No ha llegado la hora de reconsiderar si fue un error eliminar los baremos? ¿No deberían nuestros colegios velar de alguna forma por el mantenimiento de ese mercado?.

Sólo un mensaje para los partidarios de este tipo de folletos: con este tipo de desarrollo de negocio el nivel de ingresos del Arquitecto se iguala o queda por debajo del de muchos y muy respetables trabajos como el de camarero, operario de fábrica o dependiente; con una pequeña diferencia, el camarero, el operario y el dependiente a las 20.00 cierran y se van a casa a dormir, en verano y en Navidad tendrán su extra y sus vacaciones; mientras por el mismo precio tú te llevarás los problemas a casa, no tendrás vacaciones ni extras y encima serás el responsable de lo que has hecho durante 10 años….. ¿No es absurdo?

 

 

 

 

NEUROMARKETING Y EL DISEÑO DE CIUDADES

El apasionante mundo del neuromarketing analiza las respuestas de nuestro cerebro frente a un producto que se pretende vender;  conceptos como atención, emoción, memoria o vínculos emocionales son estudiados  científicamente. Una ciencia sobre la que todos los días nos llega algún apunte en prensa o en las redes sociales,  un tema que a algunos puede asustar por sentirse en peligro de ser manipulado, algo teóricamente novedoso….. o quizás no tanto.

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Fte: http://cdn.morguefile.com/

Vayamos ahora a un campo en principio totalmente distinto al del neuromarketing, vamos al diseño de ciudades y comenzando por el final busquemos «casos de éxito» en lugares que hayamos visitado en los que su «imagen de marca» genera enormes ingresos; a la cabeza me vienen desde zonas de Roma, París o Nueva York, hasta pequeños pueblos del norte de España, pasando por actuaciones contemporáneas; todas ellas han conseguido el objetivo (crear un vínculo emocional grabado en mi memoria) ¿y por qué lo han hecho?, porque consiguieron captar mi atención y experimentar sensaciones en su recorrido; es decir el proceso fue atención+emoción+memoria+vínculo emocional.

Las técnicas de neuromarketing nos permitirían incluso medir o cuantificar sensaciones frente a estímulos urbanos, esa respuesta sería lógicamente subjetiva y dependería de nuestros recuerdos, nuestra formación o nuestro estado de ánimo, y aunque difícil, sería realmente emocionante.

Mientras intentamos que sea viable, al menos no deberíamos perder de vista el proceso lógico, tanto si trabajamos en una pequeña actuación o lo hacemos en un gran Plan General: ¿conseguimos captar la atención del ciudadano para su disfrute o la actuación es incolora, inodora e insípida y no aporta nada? ¿conseguimos que el ciudadano experimente sensaciones o simplemente pasa de largo? ¿conseguimos que la actuación quede en la memoria del que la ha disfrutado como algo positivo? ¿conseguimos un vínculo emocional positivo?….. En caso afirmativo hemos hecho un buen trabajo, el producto que creamos y «vendemos» no es la plaza, la calle, el paseo o la ciudad en general, esos son los medios materiales, nosotros «vendemos» sensaciones y los miles de euros de ingresos en los que se puede traducir un producto físico bien diseñado y con una buena campaña de marketing,  en nuestro caso pasarían a ser miles de buenos recuerdos, miles de sensaciones de bienestar, miles de sentimientos de apego o pertenencia a un sitio, miles de sensaciones que generan competitividad territorial…. apasionante ¿no?.

En una época en la ciertos sectores políticos se empeñan en negar, diluir y estigmatizar  la esencia de nuestra formación, quizá nuestra mejor arma sería leer cada mañana al comenzar la jornada lo que Gordon Cullen decía hace ya 40 años, tomar un café y ponerlo en práctica.

“…..Puede constatarse la magnitud de lo perdido en el hecho de que todo el mundo está entumecido. Hemos perdido el auditorio. Debemos unir, separar, dividir, ocultar, revelar, concentrar, diluir, encerrar, liberar, retrasar y acelerar. Saque usted la pelota que vamos a desentumecer los músculos. Mucho es lo que puede hacerse….” (Gordon Cullen 1974).

PAISAJE «DE Y DESDE» LA CARRETERA

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…. Si voy por aquí veo eso y si voy por allí, lo otro… si paso por esta zona destrozo eso y si la esquivo no lo hago… al estar tan alto me daría  la sensación de…. si me bajo dejo pasar la oportunidad de disfrutar con la vista de aquello…. si me bajo podría  ocultar lo otro…

Una serie de preguntas que me planteo al viajar en coche cuando trato de disfrutar de los paisajes que voy recorriendo, normalmente siempre llego a plantearme lo mismo:…. Cuando se deciden los trazados ¿alguien da respuesta a mis preguntas? … salvo raras excepciones pienso que no.

Muchas son las variables y los condicionantes económicos, expropiaciones, preexistencias, localización del firme y otras cuestiones técnicas; todas ellas importantes en aras del bien común…. pero  ¿y el paisaje que genera y transforma  la forma de la carretera como elemento lineal? ¿y el paisaje que veo o dejo de ver desde la carretera que estoy planteando?…. ¿no decíamos que el paisaje es un bien común del que todos tenemos derecho a disfrutar?…. ¿por qué no meterlo también en el “saco” de variables en el proceso de toma de decisiones? Tengo claro que no podemos ir al extremo y defender siempre su dominación frente al resto, pero también tengo clarísimo que ignorarlo y que el resultado sea simplemente “lo que sale” no nos lleva a ningún sitio.

Cuando trabajamos en un estudio de integración paisajística, dos de las variables con mayor peso son sin duda la accesibilidad visual y la frecuencia de visualización, este camino nos lleva en numerosas ocasiones a comprobar que los verdaderos miradores de nuestros paisajes, los que mayor información aportan para formar nuestra sensación o imagen mental de ese territorio,  son precisamente las carreteras por las que lo atravesamos…. ¿Por qué entonces las dejamos fuera del “saco”?.

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Os invito a un recorrido por los paisajes del agua de la Región de Murcia, una impresionante riqueza paisajística que quizás si fuese conocida rompería estereotipos e ideas preconcebidas, con la enorme virtud además  de poder disfrutar de los paisajes que muestro en un recorrido que posiblemente no supere las dos horas de coche.

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LA INFRAUTILIZACIÓN DE LA CIUDAD

Al menos en origen la ciudad se plantea como un lugar de oportunidades; que facilite y potencie la relación social e interacción, que genere una identidad comunitaria que a su vez fortalezca nuestra sensación de pertenencia a un grupo, que permita el desarrollo de experiencias estéticas y/o culturales y por qué no, que establezca un diálogo con la naturaleza; ahora bien si estas potencialidades se quedan en el tintero, nos queda la contaminación, el ruido, la falta de intimidad, la dificultad o el coste del aparcamiento, la inseguridad derivada de la delincuencia, el no poder tener un jardín propio en el que cultivar tus propios árboles, construir una pequeña piscina o en el que jueguen tus hijos a diario con total tranquilidad…. y a cambio de todos estos inconvenientes encontramos en el mejor de los supuestos (hablo de ciudades medias, en grandes ciudades tampoco llegamos a este caso)  la ventaja de poder ir andando al trabajo, al colegio o a comprar, todo parece estar cerca y la oferta es amplia…. está bien, cumplo algunas necesidades básicas, pero ¿es suficiente? Creamos factorías de producción buscando la mayor eficiencia para la secuencia dormir-trabajar-comer-trabajar-dormir y vuelta a empezar ¿dónde hemos dejado esas potencialidades que enunciábamos al principio?  ¿Es el hombre el que tiende a infrautilizar la ciudad por sus nuevas formas de habitar? ¿O es la ciudad la que no permite desarrollar dichas potencialidades y lleva al hombre a esa forma de vida? Aunque está claro que no sólo existe el blanco y el negro, particularmente me inclino más por la segunda opción y os propongo algunos ejemplos:

– Un espacio verde diseñado estrictamente en base a los parámetros urbanísticos de aplicación puede constituir un bello espacio para ser contemplado, pero ¿por qué parar aquí? ¿por qué no seguir y diseñar para aprovechar su potencialidad como lugar que fomente la relación social y la interacción?.

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– Una acera correctamente dimensionada en base a la legislación, normalmente puede cumplir su uso (transportar personas) pero ¿por qué le pedimos sólo eso? ¿por qué no concebirla como un posible espacio de relación?.

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–  Distintas normativas nos dicen incluso el número de bancos que deben existir por m² o por habitante estimado, de esta forma son ubicados en el mejor de los casos frente a los juegos de niños para que los padres descansen mientras los pequeños juegan o frente a algún elemento destacable para facilitar la parada y la contemplación; en el resto de los casos pasan a ser simples hiladas que miran a la nada como si esperasen el paso de la procesión. ¿No se trata de unos de los elementos más simples y con mayor capacidad para facilitar la relación social? ¿Por qué escasean tanto los bancos formando grupos, enfrentados o creando recintos? ¿No es más cómodo hablar cara a cara que mirando hacia un lado? ¿Sería muy costoso poner una mesa?.

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Podríamos seguir con numerosos ejemplos, pero en todos ellos encontramos denominadores comunes cuando buscamos la causa de este «dejar pasar oportunidades»; el más claro de ellos lo vemos en la pérdida de escala y la consiguiente desconexión con el «cliente», una «deshumanización» del proceso o al menos una consideración muy limitada de cuáles son las necesidades del hombre en sociedad; y por otra parte, como ya hemos comentado en otros artículos esa «vagancia intelectual» que nos lleva a simplemente a cumplir estrictamente estándares y no entrar en farragosas cuestiones de sistemas de complejidad organizada que, aunque apasionantes, desde luego exigirían un esfuerzo muy superior.

¿TAN DIFÍCIL RESULTA ENTENDER?

Esta mañana he podido visitar desde el mar el entorno de la Isla del Fraile (Águilas – Murcia), un lugar realmente alucinante para los que disfrutamos con temas como el paisaje, las formas geológicas, la fauna o la historia; un pequeño islote muy próximo a la costa que nos recibe desde el mar con una potente pared casi vertical, en el que anida una importante población de gaviotas y otras aves y en el que podemos observar restos de una antigua cantera, un cocedero de esparto e incluso de un secadero de pescado de la época romana; como ya he dicho una auténtica maravilla…. o al menos podría haberlo sido.

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Es tal el interés de este entorno que el hombre (ese ser que se supone racional y que últimamente ensalza como principios básicos la sostenibilidad, la defensa del medio ambiente, el mantenimiento de valores y la economía) se siente tan atraído que decide vivir justo encima, para poderlo disfrutar cada mañana cuando abre la ventana.

En base al principio de sostenibilidad y defensa del medio ambiente, la edificación llega antes que la figura de protección; en base al principio de economía, si el plano inclinado de una montaña no parece un buen sitio para edificar una mole… no hay problema se quita la montaña y punto…. como digo todo de acuerdo con los principios que día tras día son objeto de numerosos discursos.Sin entrar a discutir temas profundos como dónde empiezan los derechos adquiridos del que promueve dichas actuaciones y terminan los del resto de la población a disfrutar de bienes patrimoniales o el hecho de si en determinados casos la legislación debería ser o no retroactiva, me quedo mucho más en la superficie y me pregunto: Si un sitio me parece atractivo por su carácter solitario y todos decidimos ir a disfrutar de la esa soledad al mismo tiempo ¿no dejará de ser solitario y ya no podré disfrutar de lo que buscaba?, si un enclave me atrae por su paisaje natural, aspecto virgen y geomorfología potente y lo cambio radicalmente precisamente para hacerlo apto para vivir en él ¿de qué voy a disfrutar cuando abra la ventana? de otra cosa totalmente distinta a la que me atrajo ¿no?, ¿por qué nos empeñamos en apropiarnos de algo valioso aunque ello suponga su destrucción? ¿no nos damos cuenta  de que pagamos caro por ubicarnos en un entorno privilegiado y cuando terminamos la actuación ha dejado de serlo? Si predicamos lo que predicamos ¿no hubiese sido mejor compactar la ciudad y potenciar el disfrute de áreas como la Isla del Fraile? ¿ No sería más rentable el modelo de ciudad organizada y con atractivos próximos que el de ciudad con urbanizaciones «satélite» inconexas y entornos machados?…. A la situación actual y las pruebas me remito.

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