Etiquetado: CIUDAD INFRAUTILIZADA
LA INFRAUTILIZACIÓN DE LA CIUDAD
Al menos en origen la ciudad se plantea como un lugar de oportunidades; que facilite y potencie la relación social e interacción, que genere una identidad comunitaria que a su vez fortalezca nuestra sensación de pertenencia a un grupo, que permita el desarrollo de experiencias estéticas y/o culturales y por qué no, que establezca un diálogo con la naturaleza; ahora bien si estas potencialidades se quedan en el tintero, nos queda la contaminación, el ruido, la falta de intimidad, la dificultad o el coste del aparcamiento, la inseguridad derivada de la delincuencia, el no poder tener un jardín propio en el que cultivar tus propios árboles, construir una pequeña piscina o en el que jueguen tus hijos a diario con total tranquilidad…. y a cambio de todos estos inconvenientes encontramos en el mejor de los supuestos (hablo de ciudades medias, en grandes ciudades tampoco llegamos a este caso) la ventaja de poder ir andando al trabajo, al colegio o a comprar, todo parece estar cerca y la oferta es amplia…. está bien, cumplo algunas necesidades básicas, pero ¿es suficiente? Creamos factorías de producción buscando la mayor eficiencia para la secuencia dormir-trabajar-comer-trabajar-dormir y vuelta a empezar ¿dónde hemos dejado esas potencialidades que enunciábamos al principio? ¿Es el hombre el que tiende a infrautilizar la ciudad por sus nuevas formas de habitar? ¿O es la ciudad la que no permite desarrollar dichas potencialidades y lleva al hombre a esa forma de vida? Aunque está claro que no sólo existe el blanco y el negro, particularmente me inclino más por la segunda opción y os propongo algunos ejemplos:
– Un espacio verde diseñado estrictamente en base a los parámetros urbanísticos de aplicación puede constituir un bello espacio para ser contemplado, pero ¿por qué parar aquí? ¿por qué no seguir y diseñar para aprovechar su potencialidad como lugar que fomente la relación social y la interacción?.
– Una acera correctamente dimensionada en base a la legislación, normalmente puede cumplir su uso (transportar personas) pero ¿por qué le pedimos sólo eso? ¿por qué no concebirla como un posible espacio de relación?.
– Distintas normativas nos dicen incluso el número de bancos que deben existir por m² o por habitante estimado, de esta forma son ubicados en el mejor de los casos frente a los juegos de niños para que los padres descansen mientras los pequeños juegan o frente a algún elemento destacable para facilitar la parada y la contemplación; en el resto de los casos pasan a ser simples hiladas que miran a la nada como si esperasen el paso de la procesión. ¿No se trata de unos de los elementos más simples y con mayor capacidad para facilitar la relación social? ¿Por qué escasean tanto los bancos formando grupos, enfrentados o creando recintos? ¿No es más cómodo hablar cara a cara que mirando hacia un lado? ¿Sería muy costoso poner una mesa?.
Podríamos seguir con numerosos ejemplos, pero en todos ellos encontramos denominadores comunes cuando buscamos la causa de este «dejar pasar oportunidades»; el más claro de ellos lo vemos en la pérdida de escala y la consiguiente desconexión con el «cliente», una «deshumanización» del proceso o al menos una consideración muy limitada de cuáles son las necesidades del hombre en sociedad; y por otra parte, como ya hemos comentado en otros artículos esa «vagancia intelectual» que nos lleva a simplemente a cumplir estrictamente estándares y no entrar en farragosas cuestiones de sistemas de complejidad organizada que, aunque apasionantes, desde luego exigirían un esfuerzo muy superior.