Categoría: ARQUITECTURA
EL ARTE DE HACER Y RECICLAR CIUDADES
Cuando el profesor Joaquín Arnau (Arquitecto y músico) en sus clases de Estética y Composición nos explicaba en la Escuela de Arquitectura de Valencia la importancia del ritmo en la arquitectura vivíamos un ejemplo de la pasión que una persona puede desarrollar por su trabajo, trataba de inculcarnos la idea del proyecto global, de la unión melódica entre las partes, de las sucesiones, todo ello como si de una pieza musical se tratase; la obra de arquitectura no es una foto fija sino un recorrido de sensaciones entrelazadas, siendo este uno de los maravillosos rasgos diferenciadores del arte de la arquitectura, que a diferencia de la escultura, la pintura o la fotografía va más allá de crear una sensación, tiene que conseguir entrelazarlas y crear una secuencia rítmica.
Pasando ahora al arte de diseñar y reciclar ciudades o barrios, las teorías de Gordon Cullen nos indican la necesidad de crear un «punto y seguido» en los recorridos urbanos «un incidente» que nos haga parar (física o mentalmente), que despierte nuestros sentidos; Jane Jacobs analiza la necesidad de crear usos atractivos que diluyan el efecto de las fronteras en los bordes y por último Jaime Lerner nos habla de Acupuntura Urbana; el efecto perseguido es el mismo en los tres casos, la apropiación del espacio público por parte de los ciudadanos mediante acciones puntuales; pero no creo que debamos confundir estás magníficas teorías con la obra pictórica, la escultura o la fotografía, habríamos conseguido despertar los sentidos, incluso el disfrute puntual, lo cual sería un éxito frente a la banalidad que impera en nuestras ciudades; pero faltaría aquello que nos explicaba el profesor Arnau, la secuencia, el ritmo, el conjunto…¿cuánto dura la sensación de bienestar que ha provocado en mí un impacto positivo? ¿cómo se diluye si hay impactos negativos? ¿cómo lo enlazo con el siguiente «soplo de vida»? ¿cómo gradúo su intensidad?….desde mi punto de vista el planeamiento y la respuesta a dichas preguntas sería realmente «el arte de hacer ciudad».
BUSCARSE LAS HABICHUELAS … ¿TODO VALE?
Hoy ha llegado a mis manos un folleto de colores en el que veía fotos de unos planos y un largo listado de precios y ofertas especiales, en principio pensaba que se trataba de la publicidad de una empresa de fotocopias o de consumibles, pero justo antes de arrugarlo leo … «Cédulas de habitabilidad desde 75 €», sigo leyendo y veo «proyectos de apertura desde 290 €»…. vuelvo a mirar y compruebo que se trata nada más y nada menos que UNA CONSULTORÍA DE ARQUITECTURA E INGENIERÍA !! Entre cabreado y sorprendido consulto la página web que se cita en el cutre folleto y la frase que leo al más puro estilo Carrefour termina de machacarme «…Igualamos y mejoramos cualquier presupuesto…» .
Queda claro que la sociedad en general ha perdido el respeto por nuestra profesión, que en determinados sectores se nos considera como «los que hacen los «papeles» para la licencia»; es evidente que si nos dedicamos al urbanismo, en algunos ámbitos se nos considera directamente sospechosos de corrupción; pero el problema no es la sociedad, no son los sectores críticos, el problema lo tenemos en casa con este tipo de «profesionales» y lo pongo entre comillas claramente por lo siguiente:
Olvidemos que para poder firmar un proyecto de apertura hay que haber estudiado muchos años, mucho esfuerzo y mucho dinero invertido; todo eso lo olvidamos, lo regalamos altruistamente y empezamos con el proyecto de apertura: habrá que medir «in situ», habrá que hacer un plano, habrá que hacer una memoria, habrá que calcular algunos detalles, habrá que echarle tóner a la impresora, habrá que pagar el despacho, la luz, el agua, el teléfono, el ADSL, el colegio, la Mutua, el seguro de responsabilidad civil (el de este año y el de los 10 siguientes), habrá que desplazarse al local…… y al final de todo esto la gran recompensa, 290 € con los que al menos puedo pagar alguna de las púas de este mes…..
Está claro que cada uno es libre para buscarse las habichuelas como mejor entienda que debe hacerlo, pero me planteo dos preguntas:
– ¿Tan ciegos estamos que no nos damos cuenta de que estamos preparando nuestra propia tumba? Esos precios no cubren ni siquiera los gastos de Seguro de Responsabilidad Civil ¿Qué hacemos entonces? ¿Lo hacemos sin seguro? ¿Pagamos por trabajar?. ¿Cómo coño queremos que se respete nuestro trabajo si nosotros mismos decimos que no vale nada?.
– La teórica rigidez de los baremos de honorarios mínimos quedó atrás hace ya muchos años y queda muy bien hablar de que en el mercado de trabajo la profesionalidad y el buen hacer serán los que pongan precio a nuestros encargos, pero falla el origen, simplemente no hay mercado y no sólo por la brutal crisis del sector sino por la presencia de estos personajes. ¿No ha llegado la hora de reconsiderar si fue un error eliminar los baremos? ¿No deberían nuestros colegios velar de alguna forma por el mantenimiento de ese mercado?.
Sólo un mensaje para los partidarios de este tipo de folletos: con este tipo de desarrollo de negocio el nivel de ingresos del Arquitecto se iguala o queda por debajo del de muchos y muy respetables trabajos como el de camarero, operario de fábrica o dependiente; con una pequeña diferencia, el camarero, el operario y el dependiente a las 20.00 cierran y se van a casa a dormir, en verano y en Navidad tendrán su extra y sus vacaciones; mientras por el mismo precio tú te llevarás los problemas a casa, no tendrás vacaciones ni extras y encima serás el responsable de lo que has hecho durante 10 años….. ¿No es absurdo?
REQUIEM POR LA ARQUITECTURA
Esta mañana he tenido la gran suerte de poder disfrutar por quinta vez en mi vida de un paseo por los Palacios Nazaríes de la Alhambra de Granada, he vuelto como siempre sencillamente alucinado; pero algo ha cambiado…. hasta ahora, como arquitecto enamorado de mi profesión volvía activado, deseoso de poner en práctica esencias de lo que había visto, orgulloso de contemplar como la arquitectura puede emocionar, como se adapta al medio y como crea sensaciones.
Hoy conduciendo de vuelta a casa no volvía activado, lo hacía más bien cabreado pensando en la nueva Ley de Servicios Profesionales por la que cualquier ingeniero podrá llevar a cabo proyectos de lo que hasta ahora llamábamos «arquitectura»; ese arte por el que en los Palacios Nazaríes los filtros nos van llevando de mayor a menor intimidad, de mayor a menor control térmico, por el que el agua forma parte de la esencia de los edificios y entra y sale de los mismos refrescando y relajando, ese arte que nos transmite su forma de pensar y su cultura rechazando el ornato al exterior y dándole gran profusión al interior, esa maravilla de secuencias exterior-interior donde la divisoria entre ambos se difumina, esas embaucadoras expansiones y contracciones del espacio que nos invita a recorrerlo, esa fluidez espacial, etc, etc, etc…. ESO ES ARQUITECTURA, calcular una estructura, la sección de un tubo o la eficiencia energética de un edificio también forman parte de la misma, pero por fortuna ARQUITECTURA es mucho más y esta mañana lo he podido comprobar.
Señores legisladores, ¿me pueden decir en qué asignaturas o planes de estudio adquieren los ingenieros la preparación necesaria para crear este tipo de sensaciones? ¿me puede alguien explicar una sola ventaja del cambio que se pretende llevar a cabo? Si yo estudié 6 cursos y proyecto final de carrera para ser arquitecto, el ingeniero de caminos hizo lo mismo para ser experto en caminos, canales y puertos, y el ingeniero industrial, como su nombre indica para cuestiones industriales, en el brutal entorno de crisis que vivimos donde prima la especialización y la competitividad ¿qué sentido tiene que después de especializarme durante muchos años en una cosa me dedique a otra distinta?….. No entiendo nada.
No puedo creer que el nivel de ignorancia llegue a tal extremo que lleve a los promotores de esta Ley a considerar que la experiencia de la que he disfrutado esta mañana nada tiene que ver con la ARQUITECTURA y les haga confundir este término con el de hacer contenedores aptos para la vida humana, me parece imposible que su nivel intelectual sea tan bajo, por tanto entiendo que algo se me escapa…..
Sólo algo bueno saco en claro de este razonamiento… menos mal que a nuestros legisladores les ha tocado vivir esta época, si hubiesen nacido en el siglo XIII hoy quizá habría paseado por un magnífico almacén de contenedores de personas, posiblemente eficiente energéticamente y estructuralmente seguro… pero ¿Y el resto? ¿Lo tachamos? ¿No merece la pena?.