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COVID19 _ ESPACIO PÚBLICO SENSORIAL Y PEQUEÑO COMERCIO

Hoy nos planteamos cuáles son las sensaciones que desarrollamos al recorrer una calle de barrio un día cualquiera durante la crisis del COVID 19; una acera de tres metros de ancha con alcorques para arbolado que la reducen a dos metros y aparcamiento en línea.

Consideramos una calle poco transitada, que pasa una persona de media cada minuto; parece poco, pero de 8:00 a 22:00 habrán pasado 840 personas. También muchos no tienen en cuenta lo que podemos hacer los arquitectos para ayudar a salir adelante en esta crisis o simplemente no lo valoran; yo realmente si consiguiera aportar algo positivo a la sensación de 840 personas al día estaría realmente contento.

Trato de ver cuáles son las sensaciones de los usuarios de ese espacio público, qué piensan al utilizarlo…..

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La pequeña cafetería de toda la vida se está hundiendo porque la limitación de aforo no le permite cubrir gastos y no tiene terraza, el dueño que siempre bromeaba ahora está cabizbajo; el tendero de la pequeña frutería de barrio tiene el mismo problema, la tienda es pequeña y los clientes deben entrar de uno en uno, es más fácil pedir on line la compra y él se va a la ruina; el que tomaba café todas las mañanas en el bar añora ese momento de relax; el que se ha encontrado con un amigo ya no está cómodo, no sólo tiene que mantener la distancia con el amigo, además se da cuenta de que está obstaculizando la calle; el viandante que ve venir otra persona y empieza a pensar dónde se mete para mantener los dos metros y la pareja que andaba por la acera decide cruzar aunque no haya sombra para evitar riesgos…. la verdad es que es un escenario de malestar generalizado.

Ahora planteo dos pequeños cambios frente al bar y la frutería:

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El bar ahora tiene tres mesas de terraza, la frutería ahora expone su género a la calle y existe un espacio de cruce y/o parada en la acera.

¿Cuáles serán ahora las sensaciones?

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El del bar está viendo que es posible que vuelva a salir a flote porque puede servir 10 o 12 servicios en terraza sin riesgo; el de la frutería ahora puede vender y empieza a ver que podría conseguir ganar la batalla y no tener que cerrar la tienda de toda la vida; el que tomaba café ahora lo sigue tomando y empieza a pensar que es posible volver a una situación parecida a la que teníamos, tenemos que ceder una cosa menos; la pareja que antes cruzaba por miedo al cruce inseguro, se ha parado y está comprando como ha hecho siempre, vuelve a casa con un punto de estrés menor porque no ha perdido al menos la libertad de comprar donde quería comprar; los amigos que se encuentran están relajados charlando porque están en un espacio seguro, no molestan y además se pueden sentar; la chica que antes se agobiaba pensando cómo se iba a cruzar ahora está tranquilamente esperando a que pase el otro pero en un sitio seguro; el que caminaba pensando qué desastre,  hemos perdido nuestra forma de vida, ahora se va pensando que de verdad estamos ganando, que estamos volviendo a vivir.

Y ahora me planteo cuál es la diferencia del espacio público entre ambas situaciones y veo que la operación es muy sencilla, hemos cambiado la situación de malestar emocional por una de bienestar y de ilusión por salir adelante y eso nos ha costado cuatro plazas de aparcamiento; hemos cambiado la «incomodidad» de buscar otro aparcamiento o caminar un poco más de cuatro personas por la sensación positiva de 840 personas.

ESQUEMA

                                        ¿No os parece una opción rentable?

LA CIUDAD FRENTE AL COVID, EL CÓMO FRENTE AL CUÁNTO Y QUÉ

Sobre el uso del espacio público, llevamos días y días escuchando hablar sobre la famosa “desescalada”;  qué va a estar permitido y qué prohibido en nuestras ciudades, cuánto tiempo podremos salir a la calle, qué podremos hacer y qué no, cuántas personas podrán entrar en el bar, cuántos al centro de trabajo, qué tipo de negocios pueden tratar de arrancar y cuáles no….. cuánto, cuánto, qué, qué…… hay algo que no cuadra.

Todavía no nos hemos cargado a este virus porque es nuevo, desconocido; los medios tradicionales no valen, da igual la cantidad de fármaco tradicional que utilizásemos porque no es el que necesitamos.

Con la ciudad vamos a lo mismo, tenemos un enorme problema que nunca antes habíamos visto; existe riesgo de contagio, la sociedad lleva semanas encerrada con ansiedad por salir pero a la vez con miedo a hacerlo, necesitamos trabajar y producir, y como seres sociales necesitamos volver a relacionarnos con los demás.

Frente a este desconocido problema cuya solución no está en los libros, veo en lo que se refiere al uso de la ciudad propuestas que nos dicen que van hacia la “nueva normalidad”; aforo limitado en cafeterías, restaurantes,  comercios, transporte público, franjas horarias para pasear o hacer deporte, cuánto te puedes alejar de casa, etc.  Es decir se plantea hacer lo mismo que hacíamos pero en menor cantidad; entiendo que el razonamiento es que si hay menos cantidad,  la probabilidad de contagio baja;  que si se abren “un poco” los comercios se evitará parcialmente la ruina de los comerciantes y que si podemos salir “un poco” la ansiedad de la sociedad se verá reducida… ¿De verdad alguien cree que un restaurante, una cafetería, un cine o una sala de conciertos puede abrir con el 30% de su aforo? ¿Alguien puede pensar que la relación entre costes y aforo es lineal? ¿A alguien le apetece para relajarse salir a comer con su pareja, sentarse en un restaurante entre separadores  de metacrilato como algunos proponen, con olor a gel desinfectante y rodeados de gente con guantes y mascarilla? … yo esa nueva normalidad ni me gusta ni me la creo.

¿Por qué seguimos intentando usar la ciudad como antes si ahora mismo no es posible? Usarla como siempre pero “sólo un poco” ni nos va a satisfacer ni va a evitar la ruina.

¿Por qué no asumimos que no es posible esa salida, la descartamos y buscamos otra? ¿Por qué no nos olvidamos del “qué” y del “cuánto” y empezamos a diseñar el “cómo” utilizamos esa ciudad?.

Tenemos una enorme extensión de espacio público como tablero de juego; antes cada parte se usaba para determinados usos que entonces teóricamente nos servían y cada uno tenía en mayor o menor medida cubiertas sus necesidades; ahora las necesidades temporalmente son distintas, necesitamos espacios abiertos, necesitamos distancias entre nosotros, necesitamos en definitiva alternativas al uso que hasta ahora le dábamos al espacio público.

  • ¿Pasa algo si la pequeña cafetería de barrio, sin terraza, que nos ha puesto siempre el café por la mañana, ahora ocupa cuatro o cinco plazas de aparcamiento para una terraza y se le permite servir sólo en terraza?.
  • ¿Pasa algo si el restaurante que necesita 30 cubiertos al día para cubrir gastos amplía temporalmente su terraza para poder dar servicio a esos 30 cubiertos?
  • ¿Pasa algo si los mercados y mercadillos ocupan ahora el doble de calles que ocupaban antes y así puede haber distancias de seguridad?
  • ¿Pasa algo si algunas calles se cierran al tráfico y se convierten en zonas peatonales y de juego para que todo el mundo tenga un espacio de expansión cerca de casa y así no se concentren en los grandes jardines?
  • ¿Pasa algo si permitimos a los cines, teatros y salas de concierto sacar sus proyecciones y representaciones a la calle y así, sin perder seguridad, mantenerse y dar servicio de ocio a la sociedad?
  • ¿Pasa algo si fomentamos de verdad el uso de la bicicleta y así descongestionamos el transporte público?
  • ¿Pasa algo si las numerosas instalaciones deportivas públicas se destinan por ahora a actividades seguras, deportivas o no, para los niños que ya no tienen colegio y sus padres se reincorporan al trabajo presencial?

 

Yo creo que si pasa algo, pasa que sin perder seguridad, me habré tomado el café de todos los días en el bar, habré charlado con el camarero, habré ido a cenar con mi mujer una noche a una terraza, habré comprado fruta en el mercado de los jueves, habré paseado con mis hijos por una zona segura en la que habrán podido divertirse al aire libre, habré podido ver una película en un cine de verano urbano, me habré movido en bici por la ciudad con sensación de seguridad y tendría opciones de ocio o formación para mis hijos….. esa “nueva normalidad” si me la creo, pero para eso toca olvidar viejas herramientas, romper barreras, abrir la cabeza y sobre todo trabajar, eso es lo que creo que le toca a los que tienen capacidad de decisión sobre el espacio público.

¿CÓMO SE COME EL PROBLEMA DEL MAR MENOR?

A propósito del Mar Menor leo artículos, declaraciones, entrevistas, cartas abiertas, manifiestos y demás sobre los posibles culpables de la catástrofe; contamos además, por si fuera poco, con el problema de la proximidad de las elecciones generales, con lo cual me parece que la clase política (sin excepción), que es precisamente la que tiene el poder y la obligación de actuar, está más preocupada en proteger su asiento o en ganarlo que realmente en encontrar soluciones.

Cuando buscamos la solución a un problema lo más sencillo para los no genios es buscar ejemplos de casos de éxito; aunque al que le toque decidir no hubiera viajado o no tuviera la capacidad de aprehender lo que ve cuando viaja, lo tendría fácil viendo por ejemplo como era la Ría de Bilbao en los 80-90, cómo se planificó y cómo ahora es el polo de atracción de la ciudad (por cierto Bilbao mejor ciudad europea 2018 en The Urbanism Awards). Independientemente de que te guste que los animales estén en semilibertad o no, vemos como Cabárceno (Cantabria) se planificó y pasó de ser una mina a cielo abierto abandonada a ser el mayor parque de la naturaleza de Europa con 750 Hectáreas, un atractivo turístico que complementa la oferta del propio Santander y se apoya con otros activos como las cuevas del Soplao. Para el que esté interesado, le recomiendo que bucee en internet y vea como se planificó el cambio radical de grandes ciudades como Boston, Berlín, París y otras de menor entidad; en unos casos por necesidad al partir de ciudades destrozadas y en otros simplemente por el deseo de mejorar y de crear polos competitivos, sostenibles y con calidad de vida; pero todos con un elemento común de cambio… tenían un problema o querían aprovechar una oportunidad, se planificó y se consiguió.

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Fte: https://www.deia.eus

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En nuestra Región, y concretamente en la Comarca del Campo de Cartagena, teníamos una minería no planificada, se abandonó y ahora tenemos suelos contaminados en entornos urbanos, áreas desbastadas y metales pesados que llegan al Mar Menor con las lluvias; teníamos una industria química no planificada junto a la ciudad de Cartagena, la industria se fue y ahora nos quedan los terrenos contaminados; tenemos entornos urbanos a orillas del Mar Menor no planificados, el resultado es por una parte una oferta turística con una competitividad muy muy baja y por otra graves problemas derivados de inundaciones por no respetar las zonas de influencia de las ramblas; tenemos una agricultura intensiva no planificada ni vigilada con lo cual ahora tenemos los problemas que todos conocemos sobre los vertidos al Mar Menor; tenemos una serie de urbanizaciones residenciales aisladas no planificadas que ahora en gran parte constituyen pueblos fantasmas que no sólo no aportan nada positivo a nuestra imagen de marca si no que más bien lo hacen de forma negativa.

En nuestra Región sencillamente la planificación no ha existido, no se ha creído en ella ni en la ordenación del territorio y mucho menos en la importancia del paisaje… y ahora tenemos el claro resultado.

Intentando ser positivos, porque para ser negativos ya hay cientos de artículos, vemos un resumen de lo que esta comarca ofrece; tenemos una red de autovías y carreteras de gran capacidad, tenemos tren, tenemos aeropuerto, tenemos un gran puerto de mercancías y otro de cruceros, tenemos una laguna salada en la que se pueden practicar deportes náuticos durante todo el año, tenemos un sitio único como la Manga del Mar Menor, tenemos una infraestructura urbana existente, tenemos unos fondos de buceo impresionantes, tenemos un know-how agrícola y de aprovechamiento del agua puntero en el mundo, tenemos una serie de campos de golf ejecutados, tenemos amplias zonas destinadas a logística, tenemos la zona industrial de Escombreras ….. ¿ De verdad de todo esto no podemos sacar nada en claro ¿ ¿Es lógico que de todas esas potencialidades tengamos el desastre que tenemos ahora mismo?

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Fte: http://www.nikonistas.com/

No es lógico ni racional, pero es muy fácil de entender cuando no se cree en la planificación, cuando para los que tienen el poder de decisión la expresión “Ordenación del Territorio” suena a atadura, límites, impedimentos o simplemente a que es algo demasiado complejo; efectivamente es algo muy complejo, pero creo que estamos viendo que el problema no es precisamente leve con lo cual la solución tampoco será sencilla.

Veo estos días distintas declaraciones de las diferentes administraciones implicadas en el tema, que si Costas del Estado va a hacer una revisión del Dominio Público, que si Confederación va a incrementar el control, que si el SEPRONA va a inspeccionar, que si los Ayuntamientos y las distintas Consejerías de la CARM van a adoptar medidas… y de nuevo veo que volvemos a NO PLANIFICAR, vamos de nuevo a ir intentando tapar heridas sin afrontar el problema general de la Comarca; cuando tenemos gripe nos duele la cabeza, la garganta y las articulaciones, si nos quitan el dolor de cabeza estupendo… pero sigo sin poder tragar ni moverme, sigo sin estar bien, ¿Por qué no aspirar a tener un territorio en plena forma? Si vamos tomando medidas aisladas sin un objetivo planificado el resultado será el de siempre, fruto del azar y a las pruebas me remito que no nos está yendo nada bien.

Cuando se planifica una acción tiene una consecuencia en el resto de variables, si no se planifica esa consecuencia puede ser buena, mala o inexistente, seguimos perdiendo oportunidades… ¿Cómo afectará el control de vertidos al turismo? ¿Influye realmente el posible cambio de modelo agrícola en la economía regional o comarcal? ¿Es viable un cambio de modelo? ¿Qué necesita ese cambio de modelo? ¿Cómo lo podemos impulsar? ¿Cómo se puede retroalimentar? ¿Qué relación hay entre la Sierra Minera y el turismo de costa del Mar Menor? ¿Qué relaciones se podrían potenciar? ¿Qué cambiará en los núcleos urbanos hoy en decadencia con las medidas que se adoptan?… ¿Hay alguien que tenga respuestas a estas preguntas?.

Me temo que no, y no porque seguimos sin planificar.

La respuesta la tenemos en nuestra Ley del Suelo, se llama Plan de Ordenación Territorial, y sirve según el texto normativo para “La ordenación integrada de ámbitos subregionales, comarcales o supramunicipales, mediante la coordinación de las políticas sectoriales y urbanísticas de interés regional, para un desarrollo equilibrado y sostenible del territorio y la ejecución de infraestructuras generales” ¿Por qué no lo ponemos en práctica? ¿Por qué no se redacta ese Plan que dé respuesta a las mil preguntas que nos planteamos?; los detractores de este sistema dirán que conlleva una tramitación muy larga … pues habrá que diseñar los mecanismos políticos y legales para acortarla; también dirán que no sirve porque se necesitan acciones inmediatas… estoy de acuerdo, habrá que tomar medidas cautelares, pero sin perder de vista un objetivo planificado; se alegará que se afectan derechos adquiridos… es cierto, se busca el interés común igual que cuando se expropia para el trazado de una autovía por ejemplo, por tanto habrá derechos que estarán afectados, igual de afectado que está ahora el valor de las viviendas de Los Nietos o los Urrutias.

Por último, mi amigo marino siempre dice que si en un barco hay dos capitanes el barco se hunde, creo que lleva toda la razón del mundo y en este caso creo que ocurre lo mismo, es evidente que todos los sectores y administraciones tienen que participar en el necesario proceso de regeneración de la Comarca, pero si cada uno decide unilateralmente las acciones a emprender, los plazos, la financiación, etc… el desastre o al menos la ineficiencia están asegurados.

Como decíamos no es en absoluto sencillo es muy complicado, pero creo que a grandes problemas grandes soluciones, el que busque una solución sencilla, a corto plazo, económica, que mantenga los derechos de todos intocables y que no moleste a nadie, de verdad que se dedique a otra cosa por el bien de todos.

Como de desastres ya tenemos cargada la retina, dejo aquí unas imágenes que espero sirvan constructivamente para animar a pensar que merece la pena ponerse manos a la obra de una vez y empezar a planificar y actuar.

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EL ARTE DE HACER Y RECICLAR CIUDADES

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Cuando el profesor Joaquín Arnau (Arquitecto y músico) en sus clases de Estética y Composición nos explicaba en la Escuela de Arquitectura de Valencia la importancia del ritmo en la arquitectura vivíamos un ejemplo de la pasión que una persona puede desarrollar por su trabajo, trataba de inculcarnos la idea del proyecto global, de la unión melódica entre las partes, de las sucesiones, todo ello como si de una pieza musical se tratase; la obra de arquitectura no es una foto fija sino un recorrido de sensaciones entrelazadas, siendo este uno de los maravillosos rasgos diferenciadores del arte de la arquitectura, que a diferencia de la escultura, la pintura o la fotografía va más allá de crear una sensación, tiene que conseguir entrelazarlas y crear una secuencia rítmica.

Pasando ahora al arte de diseñar y reciclar ciudades o barrios, las teorías de Gordon Cullen nos indican la necesidad de crear un «punto y seguido» en los recorridos urbanos «un incidente» que nos haga parar (física o mentalmente), que despierte nuestros sentidos; Jane Jacobs analiza la necesidad de crear usos atractivos que diluyan el efecto de las fronteras en los bordes y por último Jaime Lerner nos habla de Acupuntura Urbana; el efecto perseguido es el mismo en los tres casos, la apropiación del espacio público por parte de los ciudadanos mediante acciones puntuales; pero no creo que debamos confundir estás magníficas teorías con la obra pictórica, la escultura o la fotografía, habríamos conseguido despertar los sentidos, incluso el disfrute puntual, lo cual sería un éxito frente a la banalidad que impera en nuestras ciudades; pero faltaría aquello que nos explicaba el profesor Arnau, la secuencia, el ritmo, el conjunto…¿cuánto dura la sensación de bienestar que ha provocado en mí un impacto positivo? ¿cómo se diluye si hay impactos negativos? ¿cómo lo enlazo con el siguiente «soplo de vida»? ¿cómo gradúo su intensidad?….desde mi punto de vista el planeamiento y la respuesta a dichas preguntas sería realmente «el arte de hacer ciudad».

ENCEFALOGRAMA

LA SOLEDAD DEL CORREDOR DE FONDO

LA SOLEDAD DEL CORREDOR DE FONDO

Cuando el recorrido urbano para ir a comprar se convierte en una ultramaratón con 40 grados a la sombra, cuando caminar por la acera se asemeja a una gymkana, cuando la ciudad termina sin solución de continuidad simplemente porque empieza el campo…. creo que algo falla.

¿Son nuestras poblaciones realmente ciudad o se trata simplemente de contenedores de viviendas? Las abejas duermen en su colmena, salen a trabajar, traen comida y de nuevo duermen ¿Cuál es la diferencia entre ellas y la forma de vida que nos ofrece la mayoría de nuestras ciudades?

Nuestras manzanas, viales, plazas, recorridos, etc… no pueden ser tratados sobre un simple plano en dos dimensiones como si de las celdas de la colmena se tratase, no es un problema de geometría ni de cálculo, la meta no es sólo crear una malla funcional; el objetivo olvidado es que las ciudades son para facilitar el progreso, la relación y el bienestar de sus habitantes; es decir la finalidad es el hombre en sí mismo, no la miel.

Cuando la zona de la imagen la vemos sobre plano, observamos una planificación clásica basada en la zonificación, esa planificación se lleva a la realidad y el resultado es….. lo que salga.

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¿Ha tenido en cuenta la planificación que esa calle tiene pendiente? ¿Ha considerado los 40 grados a la sombra en verano? ¿Es consciente de la lenta evolución del aspecto formal por sustitución de viejas edificaciones? ¿Dónde me paro a hablar con mi vecino? ¿Dónde me siento a descansar un rato?… Todo ello influye en gran medida en que la ultramaratón o la gymkana se transformen en recorridos, en paseos que quiera hacer en lugar de esfuerzos a los que me vea obligado para resolver cuestiones como la de ir a la compra; por tanto salgamos del plano, pisemos el territorio y no olvidemos nuestro norte (el hombre en sociedad).

La planificación tiene un cliente (sociedad) realmente conformista en este aspecto, normalmente asume  sin más lo que tiene y a lo sumo espera que algo mejor llegue algún día, un hecho comprensible para la sociedad por desconocimiento o falta de sensibilización  pero no admisible para el planificador ya que sencillamente no está haciendo su trabajo. Encajar edificabilidad en parcelas y dibujar viales es parte del urbanismo, pero por fortuna su capacidad va muchísimo más allá; ahora que la crisis ha diluido las prisas y borrado de los titulares palabras como especulación, ladrillo o  “todo vale”, ahora que hemos comprobado que ese sistema no era válido ¿no habrá llegado la hora de volver al principio y retomar el verdadero significado de la planificación y el urbanismo?.