Categoría: PLANIFICACION
LA BOMBA DE RELOJERÍA DE LAS CIUDADES DE VACACIONES Y EL COVID ¿LO DEJAMOS A VER QUÉ PASA?
Los expertos avisaron de la que se venía encima, no se les escuchó, pasó un mes y ya era demasiado tarde; todo estaba desbordado, no hubo ni previsión ni, lo que es peor, capacidad de reacción.
Ahora estamos a 22 de mayo, os recuerdo que dentro de aproximadamente un mes las grandes ciudades empiezan a vaciarse y los núcleos costeros multiplican exponencialmente su población… ¿Qué va a pasar?…
El problema no es que nadie lo sepa, lo grave es que volvamos a tropezar en lo mismo y nos olvidemos de la previsión y la planificación; lo vamos dejando “a ver qué pasa” y cuando se deja algo “a ver qué pasa” la única solución para evitar el desastre es tener un “plan B”, una excelente capacidad de reacción, ser magníficos gestores y disponer de fondos para ello… ¿Es nuestro caso?
Recorriendo varios núcleos de playa esta semana veo operarios limpiando playas y jardines preparando la temporada alta, como todos los años por estas fechas… ¿Nadie se da cuenta de que este año no es como todos los años? ¿Nadie ve que las estrechas aceras de los pueblos o los pequeños paseos no tienen capacidad para absorber los veraneantes de todos los años manteniendo el distanciamiento? ¿Nadie ve que a determinadas horas, el 90 % de la gente se concentra en la playa y el paseo?
- ¿Por qué no estamos acondicionando zonas alternativas para que no se concentre todo el mundo en el mismo sitio?
- ¿Por qué no estamos reordenando el tráfico para crear zonas peatonales amplias que permitan el distanciamiento físico?
- ¿Por qué no estamos creando aparcamientos alternativos para que el peatón (que es el que tiene el riesgo) tenga más hueco en el espacio público?
- ¿Por qué no estamos modificando aunque sea temporalmente las normas y permitimos por ejemplo usar una banda de playa por las noches como extensión de los paseos y en esa extensión ponemos las terrazas?
- ¿Por qué no nos estamos preocupando de crear alternativas de ocio distintas a la de simplemente “bajar a la playa” para que no todo el mundo haga lo mismo y al mismo tiempo?
En lugar de eso, confiamos en que la solución se encuentra en la responsabilidad de la sociedad y en que todo va a salir bien y vamos a tener suerte; pero el problema no son sólo las ovejas negras (que hay muchas) que incumplen las normas, lo grave es que si no hacemos nada, en muchos sitios, por mucha conciencia cívica que tengamos, será imposible cumplir las normas sencillamente porque no cabemos físicamente; la solución no creo que sea ir a la costa para no salir del apartamento o utilizar mascarillas durante todo el día en la playa y con 40ºC…
Es un tema realmente complejo, no se puede contentar a todo el mundo, son muchísimas variables, son derechos que se limitan y hábitos o costumbres que se deben modificar por el bien común; pero bueno frente a los grandes y complejos problemas existe la salida de trabajar, trabajar y trabajar para resolverlos o la opción de confiar en el “ya veremos”….. espero sinceramente que haya un “Plan B”.
COVID19 _ ESPACIO PÚBLICO SENSORIAL Y PEQUEÑO COMERCIO
Hoy nos planteamos cuáles son las sensaciones que desarrollamos al recorrer una calle de barrio un día cualquiera durante la crisis del COVID 19; una acera de tres metros de ancha con alcorques para arbolado que la reducen a dos metros y aparcamiento en línea.
Consideramos una calle poco transitada, que pasa una persona de media cada minuto; parece poco, pero de 8:00 a 22:00 habrán pasado 840 personas. También muchos no tienen en cuenta lo que podemos hacer los arquitectos para ayudar a salir adelante en esta crisis o simplemente no lo valoran; yo realmente si consiguiera aportar algo positivo a la sensación de 840 personas al día estaría realmente contento.
Trato de ver cuáles son las sensaciones de los usuarios de ese espacio público, qué piensan al utilizarlo…..
La pequeña cafetería de toda la vida se está hundiendo porque la limitación de aforo no le permite cubrir gastos y no tiene terraza, el dueño que siempre bromeaba ahora está cabizbajo; el tendero de la pequeña frutería de barrio tiene el mismo problema, la tienda es pequeña y los clientes deben entrar de uno en uno, es más fácil pedir on line la compra y él se va a la ruina; el que tomaba café todas las mañanas en el bar añora ese momento de relax; el que se ha encontrado con un amigo ya no está cómodo, no sólo tiene que mantener la distancia con el amigo, además se da cuenta de que está obstaculizando la calle; el viandante que ve venir otra persona y empieza a pensar dónde se mete para mantener los dos metros y la pareja que andaba por la acera decide cruzar aunque no haya sombra para evitar riesgos…. la verdad es que es un escenario de malestar generalizado.
Ahora planteo dos pequeños cambios frente al bar y la frutería:
El bar ahora tiene tres mesas de terraza, la frutería ahora expone su género a la calle y existe un espacio de cruce y/o parada en la acera.
¿Cuáles serán ahora las sensaciones?
El del bar está viendo que es posible que vuelva a salir a flote porque puede servir 10 o 12 servicios en terraza sin riesgo; el de la frutería ahora puede vender y empieza a ver que podría conseguir ganar la batalla y no tener que cerrar la tienda de toda la vida; el que tomaba café ahora lo sigue tomando y empieza a pensar que es posible volver a una situación parecida a la que teníamos, tenemos que ceder una cosa menos; la pareja que antes cruzaba por miedo al cruce inseguro, se ha parado y está comprando como ha hecho siempre, vuelve a casa con un punto de estrés menor porque no ha perdido al menos la libertad de comprar donde quería comprar; los amigos que se encuentran están relajados charlando porque están en un espacio seguro, no molestan y además se pueden sentar; la chica que antes se agobiaba pensando cómo se iba a cruzar ahora está tranquilamente esperando a que pase el otro pero en un sitio seguro; el que caminaba pensando qué desastre, hemos perdido nuestra forma de vida, ahora se va pensando que de verdad estamos ganando, que estamos volviendo a vivir.
Y ahora me planteo cuál es la diferencia del espacio público entre ambas situaciones y veo que la operación es muy sencilla, hemos cambiado la situación de malestar emocional por una de bienestar y de ilusión por salir adelante y eso nos ha costado cuatro plazas de aparcamiento; hemos cambiado la «incomodidad» de buscar otro aparcamiento o caminar un poco más de cuatro personas por la sensación positiva de 840 personas.
¿No os parece una opción rentable?
DOS METROS SON DOS METROS Y MUCHA GENTE NO ES AGLOMERACIÓN
Observando el comportamiento de la gente en la calle en estas fases de desescalada, la verdad es que la mayoría (al menos lo que he podido ver) está bastante concienciada y respeta las normas; después tenemos una minoría, que son pocos pero suficientes para echar por tierra el esfuerzo de los demás, que parece que este tema no va con ellos; y por último tenemos otro tipo de gente que son los que no terminan de entender que debemos seguir adelante, con la máxima responsabilidad y medidas de seguridad pero adelante y que esta situación de letargo no puede ser eterna; por ellos escribo esta entrada.
Mi intención es hacer ver que dos metros siguen siendo dos metros y no cinco ni diez.
La verdad es que me indigna ver a diario en los medios «ejemplos» de imágenes de incumplimiento de normas e irresponsabilidad, no sé si intencionadamente o no, para que por miedo cumplamos más las normas, quizás para que no nos relajemos, o a lo mejor porque realmente no se han parado a pensar que 1 metro es más o menos la distancia entre las palmas de las manos cuando abrimos los brazos, luego dos metros es aproximadamente el doble.
El primer ejemplo titulado en un periódico «desfase» el primer día de terrazas en Santiago….¿Creéis que están a menos de metros? Si se admiten las terrazas y las reuniones de hasta diez personas…¿Dónde está el desfase? Es posible que en otras situaciones, pero yo desde luego en la foto no lo veo.
Segundo ejemplo, «Aglomeraciones» en la ciudad de Murcia…. Se permite salir un adulto con niños, las nueve personas que veo en primer y segundo plano con mascarilla, las distancias para que contar…. ¿Eso es una aglomeración?
Ahora un ejemplo virtual de uno de esos «desfases», al menos eso es lo que la perspectiva parece indicar; pongo aquí la cámara porque en esa posición la ponen los periodistas que a diario hablan de esas «aglomeraciones»… ahora lo miro desde arriba y trazo una circunferencia de 1 metro de radio alrededor de cada individuo … ¿Se solapan en algún punto? si no se solapan la distancia es mi metro más el del vecino, es decir dos metros.
Pues vemos que no, y es que dos metros es mucho menos espacio de lo que la mayoría piensa, y en un espacio público, aunque nos separemos dos metros cabe mucha gente.
Es imprescindible hacer entender la diferencia entre «mucha gente» y «aglomeración»; los señores del dibujo están cumpliendo perfectamente las normas, son mucha gente si, pero si con dos metros es suficiente aquí no está el problema.
Centrémonos en que las normas se cumplan y que el espacio público sea apto para poderlas cumplir; pero dejemos a un lado los puntos de vista desenfocados que no sólo no aportan nada para salir de esta crisis, al contrario, generan un ambiente negativo que es lo que menos necesitamos ahora.
LAS IMPRESCINDIBLES ACTIVIDADES PRESCINDIBLES
Por muy duro que parezca, mientras no haya ni vacuna ni test para aislar casos positivos, dicen los expertos que un sólo portador de COVID-19 tiene capacidad para transmitir el virus a miles de personas en un corto espacio de tiempo, también nos hablan de que hablamos de plazos de, como mínimo meses, para encontrar la cura o la vacuna.
La verdad es que cuesta digerirlo; pero una vez que asumes que esta es la realidad y que no estás en medio de una pesadilla, podemos reaccionar de distintas formas; podemos entrar en pánico, descargar nuestra frustración contra el que piensa de forma distinta a nosotros, echarle la culpa a unos y a otros, buscar una burbuja en la que meternos con los nuestros hasta que todo esto pase, …., ¿Os imagináis que hubiera pasado si los sanitarios, policías, militares, voluntarios y en general todos los trabajadores esenciales hubiesen reaccionado así? ¿Os podéis imaginar dónde estaríamos ahora?
Esta gente se ha dejado, por desgracia literalmente en muchos casos, la piel por defender nuestra vida; porque soportásemos lo mejor posible los problemas derivados de la pandemia, porque el sistema no se rompiera y siguiera funcionando… mientras tanto el resto de la sociedad desde nuestros balcones estamos siendo los “espectadores” de esta película de terror.
Ahora entramos en la “Desescalada”; el miedo a perder la salud empieza a verse eclipsado por el miedo a perder el trabajo, el de no poder pagar la hipoteca, el de no poder mantener el ritmo que llevábamos hace dos meses…Volvemos a hablar de pánico, de ansiedad; pero en este caso algo ha cambiado, ahora dejamos de ser espectadores para ser actores, ya no les toca a los sanitarios, los militares o la policía ahora nos toca a nosotros ¿Vamos a reaccionar como ellos?
Ahora, principalmente en las ciudades, es el turno de las actividades teóricamente “no esenciales”, y digo teóricamente porque para el ser humano comer es imprescindible pero no suficiente; nosotros y nuestra economía necesitamos actividad; podemos estar un tiempo sin actividad, incluso sin comer, pero sólo un tiempo; ni nuestra salud ni nuestro bolsillo se pueden permitir un eterno confinamiento.
La ciudad es un organismo complejo, todo está interrelacionado, todas las variables se retroalimentan positiva o negativamente de otras, todo influye en la nuestra calidad de vida y en nuestra economía, ¿Alguien de verdad cree que podemos aislarnos cada uno en su burbuja y que esa nueva normalidad sea viable y sostenible psicológica y económicamente¿ ¿Alguien puede pensar que la ciudad sin actividad sea viable¿ ¿Qué las calles sean únicamente “cintas transportadoras de personas”?
Yo sinceramente creo que no, creo que lo que nos toca ahora a los espectadores es calentar y salir al terreno de juego, con todas las medidas de seguridad habidas y por haber, pero salir a dejarnos la piel.
El terreno de juego para jugar al baloncesto es de una forma, el de fútbol es de otra y el de tenis de otra distinta; nosotros hasta ahora “jugábamos” “vivíamos” y generábamos actividad en un terreno de juego que era la ciudad; el COVID 19 nos ha impuesto un cambio en las normas y si queremos seguir jugando, no nos queda más remedio que adaptar el terreno de juego y esa adaptación la necesitamos para ayer.
Intentando aportar al sistema, lanzamos una nueva sección de inputpaisaje (Espacio Urbano Post-Covid); este espacio se plantea como un foro de investigación, discusión y difusión de análisis y propuestas de adaptación inmediata del espacio público de nuestras ciudades, os invito y animo a participar en el mismo enviando propuestas en forma de texto (máximo 150 palabras) o imágenes a inputpaisaje@gmail.com.
DESESCALADA COVID. GENERANDO BARRIOS SEGUROS E INSEGUROS
Por desgracia, los espacios públicos de nuestras ciudades no están siempre donde deben estar ni todos miden lo que debieran medir; hasta ahora eso era un problema menor porque simplemente implicaba que si cerca de casa no tenías esa satisfacción debías “andar un poco más”. Ahora la cosa ha cambiado, ahora tenemos el límite espacial de 1 Km alrededor de casa para el esparcimiento (unos 10-12 minutos andando en línea recta), esto nos lleva a un escenario que imagino que, por obvio, nuestros dirigentes habrán tenido en cuenta, pero no alcanzo a entender por qué no ha sido considerado.
Aunque los datos no están actualizados porque son del estudio de paisaje de la ciudad de Murcia que hice hace unos años, os pongo un ejemplo que creo que es válido por el fondo del tema más que por el número en sí.
En la imagen vemos distintos tonos de verde, cada uno corresponde a un valor de superficie de espacios libres por habitante, es decir la superficie de jardines y espacios libres de un barrio dividido entre el número de habitantes que allí vive.
Vemos como hay barrios en los que disfrutan de en torno a 12,00 m² de espacios libres por habitante y sin embargo vemos otros en los que el índice se va a 1,50 m²; es decir 8 veces menos. Hasta ahora era un tema “menor”; es verdad que las Administraciones deben velar porque todo el mundo tuviera más o menos las mismas oportunidades, pero como no existía ese límite de 1,00 Km y viendo la ciudad en su conjunto, podríamos pensar que aunque haya zonas peores y mejores, la conexión entre ellas salvaría el problema.
Ahora el problema es distinto y pasa de ser “menor” a ser “mayor”.
Si seguimos analizando datos (como imagino que se habrá hecho antes de tomar la decisión), podemos plantear otro ejemplo:
- Un círculo de 2 m de radio (distancia segura) supone una superficie de 12,56 m².
- Un barrio como Espinardo tenía cuando se hizo el estudio 8.885 habitantes y 16.822 m² de espacios libres; si suponemos que por ejemplo los hogares con niños suponen un 50% de la población y que la mitad de ellos sale a la calle en busca de esos espacios libres en su franja horaria, tenemos como resultado que tendrían 7,57 m² de jardín o plaza peatonal para cada habitante (recuerdo que un círculo de 2 m son 12,56 m²).
- Un barrio como La Flota, con el mismo supuesto que el planteado para Espinardo arroja sin embargo un resultado de 34,96 m² por persona, es decir casi tres círculos para cada uno.
Estos datos, hace unos meses representaban un problema de cohesión social, hoy es un problema de seguridad sanitaria.
Está claro que las medidas se toman buscando el bien común, sería deseable que todos pudiéramos salir para despejarnos y que lo hiciéramos cerca de casa (para evitar deambular por la calle en dirección a un destino y para limitar la posibilidad de que todos queramos ir al mismo parque por ser el mejor); pero ¿Es posible en todos los barrios?…Los números me dicen que no.
Es una medida con buena intención pero simple y, bajo mi punto de vista, utópica y carente de análisis real. El problema es que la consecuencia no es que algo sea más o menos bonito, más o menos agradable, más o menos soportable, el problema es que en esos barrios se genera una situación de riesgo innecesaria.
No vale el café con leche para todos.
La solución es compleja y requiere mucho trabajo, pero bueno, para eso están los profesionales de la materia, … si se les escucha.
En el mismo estudio del que hemos obtenido la información vemos que el barrio de Espinardo cuenta con una superficie no ocupada por edificios (aceras, calzadas, plazas duras y espacios verdes) de 780.653 m²; ¿Qué necesita la calle que muestro en la foto para ser un espacio apto para que los niños paseen o jueguen al fútbol?
La respuesta es muy sencilla, necesita que no haya coches; necesita una barrera como en Little Italy por las noches o un macetero en cada extremo y punto; sería una medida que molestaría a los que aparcan en la puerta de casa, pero quizás sea más importante en este momento el interés general que el particular; aparcará a 100 m de casa, tampoco creo que sea una catástrofe, pero tendrá un espacio de esparcimiento en la puerta y quién sabe si después de experimentar una medida “provisional” y forzada por la situación, no cambiamos nuestro enfoque de cómo queremos vivir en la ciudad y entonces pedimos que esas medidas pasen a definitivas.

LA OPORTUNIDAD DEL MAR MENOR
A pesar de que sea difícil asumir que no hay mal que por bien no venga, quizá sea el momento de cambiar el chip y empezar a pensar en positivo en el Mar Menor.
Aunque no se quisiera reconocer, es evidente que teníamos en la zona un modelo territorial anárquico, casual y totalmente desastroso e insostenible; con una agricultura contaminante, con núcleos urbanos decadentes, con oferta turística muy poco competitiva y totalmente estacional, con una grave situación de suelos contaminados por la minería y enormes problemas derivados de riesgos naturales; todo ello en una comarca en la que las fuentes de ingresos procedían de la agricultura intensiva, del turismo, de la pesca, de la industria (ligada en muchos casos a las anteriores fuentes) y de los comercios y negocios instalados en cascos urbanos como el de Los Alcázares, San Javier o San Pedro.
Hoy por desgracia tenemos un Mar Menor casi muerto que anula o al menos limita la pesca y el turismo, una agricultura intensiva que teóricamente se va a retirar de la zona (con lo cual las industrias asociadas se tendrán que adaptar), unos núcleos urbanos como el de Los Alcázares que se ha inundado dos veces en tres años y por tanto poco invita a la creación de nuevos negocios y a la inversión en locales en el casco urbano; a esto le añadimos según leo en el periódico que se pretende parar al demonizado “ladrillo”, mi opinión es que no debemos demonizar al ladrillo sino a aquellos que permiten que se ponga donde y como sea, pero bueno, el caso es otra posible fuente de trabajo e ingresos también desaparece.
Imagen: Restos de destrozos por DANA 2019 en Los Alcázares
A la vista de lo anterior, entiendo que alguien debería preguntarse ¿De qué van a vivir ahora? ¿Hacia qué modelo vamos? ¿Vamos a hacer lo de siempre y nos vamos a esperar a ver qué pasa?…
¿No sería el momento de parar muy brevemente, tomar aire y plantear de una vez por todas un modelo territorial sostenible, eficiente y competitivo?.
El objetivo creo que debe estar claro y debe ser la búsqueda de la calidad de vida, el aprovechamiento de oportunidades, la eficiencia, la sostenibilidad y la competitividad territorial; el objetivo clave es el primero mientras que el resto son a la vez objetivos y medios para conseguir esa calidad de vida; todos ellos se relacionan, complementan y retroalimentan; un entorno sostenible y competitivo crea oportunidades, esas oportunidades fijan población, esa población permite romper la estacionalidad, esa ruptura permite nuevas oportunidades…. y así con todos ellos.
Parece lógico y sencillo de comprender, “sólo” se trata de ordenarlo y para eso existe la Ordenación del Territorio.
Evidentemente la iniciativa privada será la que materializaría el éxito del modelo, pero eso no quiere decir que se deba confiar a la misma el diseño del Modelo Territorial (a las pruebas me remito cuando vemos el modelo creado por los resorts dispersos en el territorio); entiendo que es claramente obligación de las Administraciones la creación de ese modelo al que tender, diseñar el campo de juego, facilitar el camino y crear oportunidades para que el sector privado las aproveche.
La otra opción, la seguida hasta ahora, es la de poner parches, dejar hacer a lo privado “ a ver qué pasa” y si sale mal (como lógicamente ocurre porque el interés siempre será particular y no para la sociedad en general) volver a parchear y seguir esperando a ver si el destino lo resuelve el solito.
Como decía en otras entradas de este blog, la zona pide a gritos la elaboración de una Plan de Ordenación Territorial que mire al futuro, planifique, establezca prioridades, marque los tiempos y en definitiva ordene.
Por desgracia partimos de cero, tristemente tenemos poco que perder en lo que a modelo territorial respecta, contamos con una sociedad sensibilizada que pide que se adopten soluciones… de verdad pienso que sería una pena dejar pasar esta oportunidad de cambiar el rumbo

¿Para qué sirve la Ordenación del Territorio?
La Ordenación del Territorio podría haber sido útil cuando la minería era una gran fuente de riqueza en nuestra Región de Murcia, había que potenciarla como fuera, reduciendo costes y sin importar los daños colaterales…., pero no se utilizó y el resultado lo vemos en la Bahía de Portman o en el entorno de las poblaciones de La Unión o de Mazarrón, terrenos en los que ni las más dura de las malas hierbas es capaz de germinar; la minería se acabó y allí quedó el resto.
También podría haber servido cuando la industria era el motor económico de Cartagena, había que producir a toda costa, ¡Era el pan nuestro de cada día de numerosas familias! ¿Cómo hacerlo? … Como fuera, lo importante seguía siendo producir al menor coste…. pero tampoco era por lo visto el momento de preocuparnos de temas «secundarios» como la ordenación del territorio o el paisaje; la industria se fue y nos queda esos paisajes marcianos de suelos contaminados que nos reciben al llegar a la ciudad.
Terrenos de Zincsa (Cartagena). Fuente: Sureste diario
Hace muy pocos años, cuando el progreso y el modelo económico era el del sector inmobiliario, teníamos las «lecciones aprendidas» o al menos ejemplos en los que mirar, pero de nuevo volvimos a obviar aquello de la Ordenación Territorial, volvemos a edificar donde sea y como sea, sin un modelo ni una estructura o planificación que lo sustentase; como es lógico se hunde y nos quedamos con barrios fantasmas, terrenos baldíos, urbanizaciones inhabitables por su desconexión e infraestructuras e inversiones muertas antes de nacer.
Ahora nos toca el turno de la Agricultura, ese motor económico que nunca ha cesado en nuestra Región, y ahora lo que toca es que ese sector sea precisamente el “intocable”, ahora podemos plantar lo que sea, como sea y donde sea; ¿las consecuencias para mañana?…da igual, ahora hay que fomentar ese sector, hay que maximizar beneficios para que sea una inversión atractiva y se genere actividad… me parece muy bien, pero ¿a cualquier precio?.
El verano pasado vimos como el Mar Menor “entraba en coma” y esta primavera vemos como lo que toca es rematar su entorno paisajístico con el plástico (en zonas en las que la norma no lo permite)…. Pero da igual lo que hay que hacer es producir, producir y producir. Los mercados cambiarán en unos meses, años o décadas, da igual pero al final cambiarán, y en ese momento ¿Qué quedará? ¿Tendrá capacidad de respuesta el territorio?… La historia dice que no.
Es evidente que la solución no es fácil, son multitud de factores a tener en cuenta al mismo tiempo en un sistema complejo que debe mantener su equilibrio para el «pan» de hoy y sostenibilidad para el de mañana; pero también está claro que la tradicional postura de no afrontar el problema por su dificultad o anclarnos en el «ya veremos» trae consigo consecuencias muy graves y nos lleva a puntos de no retorno.
¿Llegará el momento en el que el sector porcino sea el motor de nuestra economía? ¿Qué pasará entonces?….
LA ANARQUÍA DEL MAR MENOR
Llevo muchos días leyendo artículos, viendo fotos y comprobando in situ la proliferación del plástico en el entorno del Mar Menor; veo como mucha gente da su opinión sobre si está bien, está mal, si debe primar el interés agrícola o el turístico, etc… Resulta curioso porque pienso que en un país civilizado debe ser más sencillo que todo esto, creo no se trata de una opinión; simplemente pienso que se trata, bien de cumplir las normas y leyes aprobadas, bien de derogarlas; pero tener leyes y normas de adorno o de aplicación sólo en determinados casos, la verdad es que no lo entiendo.
Entorno del Mar Menor (Año 2012)
La zona que ahora se está cubriendo de plástico se encuentra incluida, desde 2004 (13 años), dentro de las Directrices y Plan de Ordenación Territorial del Litoral de la Región de Murcia como «Área de Protección de las Cuencas Visuales del Mar Menor»; en dicha norma aprobada y vigente habla de la necesaria protección de sus valores y se indica que la agricultura intensiva en esa zona estará condicionada por lo que diga la Ordenación Territorial y Sectorial y la Planificación Municipal; como la Ordenación Territorial no dice nada nos vamos a la Municipal y vemos que la zona se clasifica como Suelo No Urbanizable de Protección Especial «Franja Costera del Mar Menor» y en la norma nos dice que se admiten las instalaciones agrícolas QUE NO SUPONGAN UN DETERIORO PAISAJÍSTICO.
Es decir tenemos normas que nos dicen por activa y por pasiva que hay unos valores que proteger, tenemos leyes que en teoría se ocupan de ello, hacemos caso omiso de esas normas y leyes y nos dedicamos a discutir ahora sobre si está bien o está mal…. No lo entiendo. Si queremos vivir en la anarquía normativa vale, pero no gastemos más fondos públicos en hacer estudios y planes para guardarlos en un cajón y lo que es peor, no hagamos normas para sólo aplicarlas en determinados casos.
SE VENDE HUMO A DOMICILIO
Desde hace días y después de comprobar el desastre ecológico y económico del Mar Menor, veo como los mismos políticos (gobierno y oposición) que han permitido que lleguemos a este punto llenan los medios de mensajes sobre participación pública en las Estrategias del Mar Menor y de La Manga,…. «participa»…»tu opinión es importante»….»contamos contigo»… etc, etc, etc…
Tengo clarísimo que tener en cuenta la opinión de la población en un proceso territorial estratégico no es sólo importante, es más bien imprescindible; pero emplear los procesos de participación conforme se está haciendo creo que es sencillamente vergonzoso….. «le damos a elegir entre diez proyectos y usted escoja tres de ellos»….lo dicho… vergonzoso.
La participación es parte esencial en el génesis de la estrategia ¿Qué echas de menos? ¿Qué te molesta? ¿Qué te gusta? ¿Qué mejorarías?… y a partir de ahí un equipo de profesionales será el que diseñe la estrategia que culminará en proyectos o en líneas de actuación.
Los diez proyectos que se plantean como «elegibles», ¿Tienen el mismo peso en la transformación del modelo territorial? ¿Generan los mismos efectos de retroalimentación? ¿Sobre qué vectores territoriales inciden? ¿Sobre qué funciones urbanas? ¿A qué modelo territorial tienden?; y lo peor de todo ¿A alguien del panorama político le importan las respuestas a las preguntas anteriores?, yo creo que no, lo importante en este momento y ante la vergüenza generada por no haber hecho su trabajo durante muchos años es trasmitir la imagen de «nos hemos puesto manos a la obra» y además «contamos con tu opinión»…. es alucinante ver como no aprendemos de los errores del pasado muy reciente y una y otra vez seguimos inmersos en un sistema en el que la planificación no existe realmente, los valiosos estudios se guardan en un cajón por no ser políticamente correctos u oportunos y lo que prima es únicamente la idea feliz y la foto de portada generadora de votos.
¿Existen fondos para las actuaciones que se proponen? ¿Cuál es el horizonte temporal? ¿Cuál es el orden prioritario? ¿A qué responden?…. Si no lo saben dejen por favor de vender humo y pónganse a hacer lo que deberían haber hecho hace mucho tiempo…..TRABAJAR.
CALLES TRANSPORTADORAS
En principio, y todavía en otras culturas distintas a la occidental, la calle era concebida como un lugar de encuentro, de relaciones, de intercambio, de enriquecimiento, de desarrollo personal; después llegó el «progreso», la velocidad, la oportunidad de comprar todo en un mismo sitio y en un sólo momento, la idea de que la zonificación y la segmentación de usos era un camino a seguir…. ahora no «pasamos por el jardín» hay que «ir al jardín», tenemos también la zona de aperitivos, la zona de compras, la zona de bancos, la zona universitaria…etc; y entre todas ellas (precisamente donde vive el 90% de la gente) una malla que muchos de forma positiva comparan con el sistema arterial del cuerpo humano …. «grandes arterias que estructuran todo y redes capilares que se ramifican»… creo que comparar nuestras calles y sobretodo su funcionamiento con la increíble eficiencia del cuerpo humano es bastante desproporcionado; yo más bien lo comparo con cintas transportadoras de «trozos de carne».
Desde que las aceras se convirtieron en «aquello que sobra entre los edificios y las calzadas» o en «aquello a lo que se suben los viandantes para no ser atropellados y poder acceder a sus viviendas», nuestro papel en esas calles secundarias o fuera del radio de influencia de actividades potentes se parece más a una cinta transportadora que a cualquier otra cosa; somos «elementos» que se desplazan desde una fase del proceso productivo a la siguiente, el medio en el que nos movemos no permite o fomenta la relación, no hay enriquecimiento, no hay diversión sensorial, no hay relax… todas las ventajas que caracterizan al hombre como ser social quedan centradas en zonas concretas y diluidas en el resto de la ciudad, en ese momento pasamos a ser «trozos de carne transportados».
A esta situación nos lleva simplemente el conformismo frente a unas verdades asumidas como válidas que realmente comprobamos hace mucho tiempo que no funcionan; la dimensión adecuada de una acera no es la que dice la normativa, lo más importante de un vial no es que me quepan más carriles, el número de árboles no debe ser determinado por una tabla universal; lo importante de una calle es que sea capaz de crear el escenario para nuestro desarrollo y eso no está ni en las tablas ni en el Neufert.
¿Dónde empieza?¿Dónde acaba? ¿Qué intermedios existen o pueden existir en el recorrido? ¿Cuando le da el sol? ¿Quién la usa? ¿Para qué la usa? ¿Qué déficits tiene? ¿Qué potencialidades? ¿Puedo pasear o me aburro? ¿Puedo descansar o me estreso? ¿Pueden jugar los niños o sería un peligro? ¿Me puedo parar a charlar un rato con un amigo? ¿Podría haber tiendas con género en la calle? ¿Y terrazas? ¿Podría buscar sinergias con las colindantes?…..Es mucho más sencillo entrar en tablas y decidir que la acera debe ser de 1,50 ml de ancho y centrar la atención en que en zonas con farola o papelera cumpla que al menos haya 1,20 ml … y ese es verdaderamente el gran problema.
Al igual que en paisaje, cuando hablamos de funcionamiento de nuestras ciudades llega un punto en la discusión en el que llegamos a lo tremendamente complejo y lo que para algunos es mucho peor… lo subjetivo… ese el momento en el que se decide la marcha atrás, la vuelta a lo conocido, el temor o la vagancia por investigar y mejorar; pero el funcionamiento de las ciudades es enormemente complejo y la felicidad del ser humano llega de lo subjetivo con lo cual, si dejamos fuera de juego estos dos factores sencillamente seguiremos nuestro proceso de transformación en «trozos de carne transportados».