LA OPORTUNIDAD DEL MAR MENOR
A pesar de que sea difícil asumir que no hay mal que por bien no venga, quizá sea el momento de cambiar el chip y empezar a pensar en positivo en el Mar Menor.
Aunque no se quisiera reconocer, es evidente que teníamos en la zona un modelo territorial anárquico, casual y totalmente desastroso e insostenible; con una agricultura contaminante, con núcleos urbanos decadentes, con oferta turística muy poco competitiva y totalmente estacional, con una grave situación de suelos contaminados por la minería y enormes problemas derivados de riesgos naturales; todo ello en una comarca en la que las fuentes de ingresos procedían de la agricultura intensiva, del turismo, de la pesca, de la industria (ligada en muchos casos a las anteriores fuentes) y de los comercios y negocios instalados en cascos urbanos como el de Los Alcázares, San Javier o San Pedro.
Hoy por desgracia tenemos un Mar Menor casi muerto que anula o al menos limita la pesca y el turismo, una agricultura intensiva que teóricamente se va a retirar de la zona (con lo cual las industrias asociadas se tendrán que adaptar), unos núcleos urbanos como el de Los Alcázares que se ha inundado dos veces en tres años y por tanto poco invita a la creación de nuevos negocios y a la inversión en locales en el casco urbano; a esto le añadimos según leo en el periódico que se pretende parar al demonizado “ladrillo”, mi opinión es que no debemos demonizar al ladrillo sino a aquellos que permiten que se ponga donde y como sea, pero bueno, el caso es otra posible fuente de trabajo e ingresos también desaparece.
Imagen: Restos de destrozos por DANA 2019 en Los Alcázares
A la vista de lo anterior, entiendo que alguien debería preguntarse ¿De qué van a vivir ahora? ¿Hacia qué modelo vamos? ¿Vamos a hacer lo de siempre y nos vamos a esperar a ver qué pasa?…
¿No sería el momento de parar muy brevemente, tomar aire y plantear de una vez por todas un modelo territorial sostenible, eficiente y competitivo?.
El objetivo creo que debe estar claro y debe ser la búsqueda de la calidad de vida, el aprovechamiento de oportunidades, la eficiencia, la sostenibilidad y la competitividad territorial; el objetivo clave es el primero mientras que el resto son a la vez objetivos y medios para conseguir esa calidad de vida; todos ellos se relacionan, complementan y retroalimentan; un entorno sostenible y competitivo crea oportunidades, esas oportunidades fijan población, esa población permite romper la estacionalidad, esa ruptura permite nuevas oportunidades…. y así con todos ellos.
Parece lógico y sencillo de comprender, “sólo” se trata de ordenarlo y para eso existe la Ordenación del Territorio.
Evidentemente la iniciativa privada será la que materializaría el éxito del modelo, pero eso no quiere decir que se deba confiar a la misma el diseño del Modelo Territorial (a las pruebas me remito cuando vemos el modelo creado por los resorts dispersos en el territorio); entiendo que es claramente obligación de las Administraciones la creación de ese modelo al que tender, diseñar el campo de juego, facilitar el camino y crear oportunidades para que el sector privado las aproveche.
La otra opción, la seguida hasta ahora, es la de poner parches, dejar hacer a lo privado “ a ver qué pasa” y si sale mal (como lógicamente ocurre porque el interés siempre será particular y no para la sociedad en general) volver a parchear y seguir esperando a ver si el destino lo resuelve el solito.
Como decía en otras entradas de este blog, la zona pide a gritos la elaboración de una Plan de Ordenación Territorial que mire al futuro, planifique, establezca prioridades, marque los tiempos y en definitiva ordene.
Por desgracia partimos de cero, tristemente tenemos poco que perder en lo que a modelo territorial respecta, contamos con una sociedad sensibilizada que pide que se adopten soluciones… de verdad pienso que sería una pena dejar pasar esta oportunidad de cambiar el rumbo