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¿Para qué sirve la Ordenación del Territorio?
La Ordenación del Territorio podría haber sido útil cuando la minería era una gran fuente de riqueza en nuestra Región de Murcia, había que potenciarla como fuera, reduciendo costes y sin importar los daños colaterales…., pero no se utilizó y el resultado lo vemos en la Bahía de Portman o en el entorno de las poblaciones de La Unión o de Mazarrón, terrenos en los que ni las más dura de las malas hierbas es capaz de germinar; la minería se acabó y allí quedó el resto.
También podría haber servido cuando la industria era el motor económico de Cartagena, había que producir a toda costa, ¡Era el pan nuestro de cada día de numerosas familias! ¿Cómo hacerlo? … Como fuera, lo importante seguía siendo producir al menor coste…. pero tampoco era por lo visto el momento de preocuparnos de temas «secundarios» como la ordenación del territorio o el paisaje; la industria se fue y nos queda esos paisajes marcianos de suelos contaminados que nos reciben al llegar a la ciudad.
Terrenos de Zincsa (Cartagena). Fuente: Sureste diario
Hace muy pocos años, cuando el progreso y el modelo económico era el del sector inmobiliario, teníamos las «lecciones aprendidas» o al menos ejemplos en los que mirar, pero de nuevo volvimos a obviar aquello de la Ordenación Territorial, volvemos a edificar donde sea y como sea, sin un modelo ni una estructura o planificación que lo sustentase; como es lógico se hunde y nos quedamos con barrios fantasmas, terrenos baldíos, urbanizaciones inhabitables por su desconexión e infraestructuras e inversiones muertas antes de nacer.
Ahora nos toca el turno de la Agricultura, ese motor económico que nunca ha cesado en nuestra Región, y ahora lo que toca es que ese sector sea precisamente el “intocable”, ahora podemos plantar lo que sea, como sea y donde sea; ¿las consecuencias para mañana?…da igual, ahora hay que fomentar ese sector, hay que maximizar beneficios para que sea una inversión atractiva y se genere actividad… me parece muy bien, pero ¿a cualquier precio?.
El verano pasado vimos como el Mar Menor “entraba en coma” y esta primavera vemos como lo que toca es rematar su entorno paisajístico con el plástico (en zonas en las que la norma no lo permite)…. Pero da igual lo que hay que hacer es producir, producir y producir. Los mercados cambiarán en unos meses, años o décadas, da igual pero al final cambiarán, y en ese momento ¿Qué quedará? ¿Tendrá capacidad de respuesta el territorio?… La historia dice que no.
Es evidente que la solución no es fácil, son multitud de factores a tener en cuenta al mismo tiempo en un sistema complejo que debe mantener su equilibrio para el «pan» de hoy y sostenibilidad para el de mañana; pero también está claro que la tradicional postura de no afrontar el problema por su dificultad o anclarnos en el «ya veremos» trae consigo consecuencias muy graves y nos lleva a puntos de no retorno.
¿Llegará el momento en el que el sector porcino sea el motor de nuestra economía? ¿Qué pasará entonces?….
SE VENDE HUMO A DOMICILIO
Desde hace días y después de comprobar el desastre ecológico y económico del Mar Menor, veo como los mismos políticos (gobierno y oposición) que han permitido que lleguemos a este punto llenan los medios de mensajes sobre participación pública en las Estrategias del Mar Menor y de La Manga,…. «participa»…»tu opinión es importante»….»contamos contigo»… etc, etc, etc…
Tengo clarísimo que tener en cuenta la opinión de la población en un proceso territorial estratégico no es sólo importante, es más bien imprescindible; pero emplear los procesos de participación conforme se está haciendo creo que es sencillamente vergonzoso….. «le damos a elegir entre diez proyectos y usted escoja tres de ellos»….lo dicho… vergonzoso.
La participación es parte esencial en el génesis de la estrategia ¿Qué echas de menos? ¿Qué te molesta? ¿Qué te gusta? ¿Qué mejorarías?… y a partir de ahí un equipo de profesionales será el que diseñe la estrategia que culminará en proyectos o en líneas de actuación.
Los diez proyectos que se plantean como «elegibles», ¿Tienen el mismo peso en la transformación del modelo territorial? ¿Generan los mismos efectos de retroalimentación? ¿Sobre qué vectores territoriales inciden? ¿Sobre qué funciones urbanas? ¿A qué modelo territorial tienden?; y lo peor de todo ¿A alguien del panorama político le importan las respuestas a las preguntas anteriores?, yo creo que no, lo importante en este momento y ante la vergüenza generada por no haber hecho su trabajo durante muchos años es trasmitir la imagen de «nos hemos puesto manos a la obra» y además «contamos con tu opinión»…. es alucinante ver como no aprendemos de los errores del pasado muy reciente y una y otra vez seguimos inmersos en un sistema en el que la planificación no existe realmente, los valiosos estudios se guardan en un cajón por no ser políticamente correctos u oportunos y lo que prima es únicamente la idea feliz y la foto de portada generadora de votos.
¿Existen fondos para las actuaciones que se proponen? ¿Cuál es el horizonte temporal? ¿Cuál es el orden prioritario? ¿A qué responden?…. Si no lo saben dejen por favor de vender humo y pónganse a hacer lo que deberían haber hecho hace mucho tiempo…..TRABAJAR.
CIUDADES VULNERABLES
Fte: Atlas de vulnerabilidad urbana
Esta semana he conocido una interesante iniciativa del Ministerio de Fomento llamada «Atlas de vulnerabilidad urbana», tras este potente título encontramos un estudio basado en cuatro grupos de indicadores (sociodemográficos, socioeconómicos, residenciales y subjetivos); una propuesta como digo interesante como proceso de investigación siempre y cuando vaya «más allá» de la simple observación (muchos observatorios sólo observan (la parte fácil del problema), otros en un número muy inferior además diagnostican (un grado de dificultad elevado) y por último un grupo muy muy reducido además propone soluciones (lo más difícil pero en definitiva la finalidad de todos ellos)).
Según el estudio, lo que se busca es «crear un mapa de ámbitos urbanos obsoletos, desfavorecidos o en dificultades, precisados de programas o planes de rehabilitación o de actuaciones de renovación y rehabilitación urbana», para ello vemos como el comportamiento o la tendencia de un sistema complejo como es el de un distrito censal pasa a ser simplificado mediante el estudio de 21 indicadores entre los que encontramos edad de los habitantes, tasa de paro, nivel de estudios, zonas verdes, vivienda, nacionalidad, delincuencia, ruido, contaminación, etc… sin embargo no veo nada de nivel de complejidad urbana, de mezcla de usos, de calidad de paisaje urbano, de posibilidades de interrelación y complementariedad con barrios colindantes, de elementos culturales, de lugares de intercambio y relación, etc…
Posiblemente la escala o los medios disponibles del trabajo no han permitido ahondar en estos términos, lo cual nos lleva a mi entender a resultados no sólo insuficientes sino también erróneos; a modo de ejemplo un centro histórico con gran número de edificios antiguos, con una población envejecida, con tráfico denso en sus bordes y escasez de zonas verdes puede ser plasmado como «barrio vulnerable» cuando posiblemente la complejidad urbana, la presencia de elementos culturales y la presencia de numerosos comercios hagan de la zona una de las de mayor «vida» en la ciudad; y en el caso opuesto un barrio de ensanche exclusivamente residencial, con población joven, amplias zonas verdes y bien comunicado por autovía pasará con nota el examen cuando en realidad el barrio «se muere de tristeza y de falta de vida».
Una trama compleja donde los usos se entremezclan, donde el paisaje despierta el interés por recorrer y donde la calle facilita, permite y potencia la relación, lleva directamente al interés por habitar, crea el escenario necesario … lo demás viene después y la vulnerabilidad deja de existir.
ACCIDENTES GRAVES EN LOS QUE INTERVIENEN SUSTANCIAS PELIGROSAS.
Esta semana escuchaba en las noticias una nueva versión del mismo problema que nunca acabaré de entender, se comentaba que tras el gravísimo accidente ferroviario de Santiago de Compostela, se iba a llevar a cabo una revisión de los sistemas de seguridad porque por lo visto algo falla…. creo que sobran los comentarios.
Hace ya años, tras varios incendios en discotecas, se modificó la normativa al respecto; tras la catástrofe del camping de Biescas alguien se dio cuenta de que el cauce de una rambla o las zonas inundables no son los sitios más adecuados para acampar; tras el desastre de Bhopal y posteriormente de Seveso se creó la normativa de accidentes graves…. etc, etc, …. siempre después, un lapso de tiempo que sencillamente implica que la gente muere por falta de previsión, planificación y gestión.
Centrándome en el último apartado, desde que hace algunos años asistí a unas jornadas sobre la Normativa Seveso y su relación con la Ordenación del Territorio, pude comprobar y de hecho lo sigo haciendo como un tema de tal importancia puede ser pasado por alto con tanta facilidad y durante tanto tiempo. Tenemos una Directiva Europea y el RD 1.254/99 que transpone al ordenamiento jurídico español la misma; a partir de aquí le toca a las distintas administraciones en el ámbito de sus competencias su desarrollo y llegamos entonces a un problema con las siguientes variables:
– Caso de una nueva instalación (es el más sencillo, se trataría de imponer restricciones).
– Caso de una instalación existente aislada en el desierto (también es sencillo, se trata de limitar los posibles usos futuros en su entorno).
– Caso de una instalación existente con otros usos en sus proximidades también existentes…. ¿Y ahora qué? ¿Cerramos la fábrica? ¿Echamos a la gente de sus casas para que dejen de estar en peligro? ¿Qué derecho es más válido, el del industrial que ha cumplido todo lo que la administración le ha exigido o el del propietario al que nadie informó del peligro que corría?.
Llegado a este punto leo discusiones sobre los sistemas de evaluación más adecuados, sobre quienes deben ser los responsables de su control e incluso clasificación de elementos como vulnerables y muy vulnerables que llegan en determinados casos a depender del número de personas, es decir, si sólo mueren tres o cuatro personas es vulnerable, se puede acercar más a la instalación, ahora, si son más ya pasaría a ser muy vulnerable y se tiene que alejar…. ¿Estamos locos o qué está pasando en esta sociedad? ¿Qué legislador puede tener la capacidad de definir el número de bajas asumible a cambio de no trastocar un interés económico?.
El mayor problema no se encuentra en el contenido de estas discusiones, sino en el hecho de que mientras discuten la casa sigue sin barrer, las viviendas se siguen aproximando a instalaciones existentes, los espacios residuales de los planes parciales colindantes con industrias son precisamente los que los promotores no quieren para viviendas y en ocasiones se usan para otros usos como por ejemplo escuelas y guarderías; las grandes instalaciones se amplían en muchos casos empeorando una situación ya deficitaria y en definitiva el problema lejos de resolverse va añadiendo nuevas variables y derechos adquiridos.
Es evidente que se trata de un problema de gran complejidad, pero precisamente por ello requiere una gran dedicación, implicación y respuesta; veo que algunas Comunidades Autónomas trabajan seriamente la cuestión, pero la tendencia generalizada es simplemente la de la inactividad, ¿qué estamos esperando? ¿necesitamos un nuevo Bhopal o Seveso para reaccionar de una vez? ¿No ha llegado la hora de asumir responsabilidades?
SELF-SERVICE TERRITORIAL. La Manga del Mar Menor
La semana pasada mi amigo Antonio empleaba el término Self-Service Territorial en uno de sus comentarios, ahora después de pasar unos días en la Manga del Mar Menor quiero compartir en este post un claro ejemplo de este concepto.
La Manga es sin duda lugar de visita obligada para todo estudioso del territorio, la ciudad, el urbanismo y el paisaje; un lugar que nos hace comprender lo bruto e ignorante que puede llegar a ser el hombre, un clarísimo ejemplo de cómo NO deben hacerse las cosas.
Para el que no la conozca, se trata de una estrecha franja de terreno de unos 22 Km que separa el Mar Mediterráneo del Mar Menor, un auténtico regalo de la naturaleza en el que atravesando 100 metros de arena fina y dunas podíamos bañarnos tanto en un Mar como en otro…. bueno de eso se trataba, hoy día se trata de un territorio totalmente ocupado (que no urbanizado por la dignidad del término) atravesado por un único vial sin salida (ya que milagrosamente el acceso norte no se ha materializado por sus valores ecológicos) a cuyos lados se localizan enormes bloques en altura, unos paralelos al mar formando pantallas y otros en perpendicular al mismo, da igual, como cada uno ha querido en función del parcelario resultante; junto a éstos zonas de viviendas unifamiliares (que en ocasiones entran literalmente en el Mar Menor) dispuestas en calles sin salida en las que cada propietario de parcela ejecuta su «trozo» de acera, con lo cual tenemos un gran muestrario de materiales y acabados y en algunos casos simplemente no se ejecuta. El recorrido peatonal a través del vial principal se convierte en una auténtica aventura ya que, siguiendo el concepto de self-service, cada urbanización ejecuta su trozo como estima conveniente, con lo cual una estrecha acera de repente se convierte en un aparcamiento de coches o en una caseta para guardar la basura, si vas en silla de ruedas o llevas un cochecito de bebé sencillamente es «misión imposible».
Siguiendo con el ejemplo de lo que NO debemos hacer, pasamos a ver el carril bici, o al menos así lo llaman, se trata de un espacio de aproximadamente 1.00 metro de ancho unido por una parte a la única zona peatonal posible y por el otro limitado por un afilado bordillo de unos 30 cm de alto (hacerlo de bordes redondeados hubiese sido mucho pedir) que nos separa del tráfico rodado y que resulta especialmente útil para abrirte la cabeza en caso de caída; si consigues no caerte y además esquivar a los numerosos peatones que invaden la zona y se cabrean cuando tocas el timbre para pasar, te das cuenta de otro problema del Self-Service, los aparcamientos públicos en superficie no aportan aparentemente beneficios directos con lo cual no los hacemos y los ciudadanos pasan a aparcar en el único sitio que queda libre, el del carril bici. A la vista de que resulta totalmente imposible circular con normalidad decidimos aventurarnos y rodar por la calzada junto a los coches, pero ahora llega un nuevo problema «los defensores de sus derechos», esos señores que entienden que el derecho a circular por la calzada es exclusivo de los vehículos a motor y te gritan y pitan porque con tu velocidad estás haciéndole perder su preciado tiempo, teniendo un carril bici ¿por qué narices tengo que hacer el esfuerzo sobrehumano de poner el intermitente y adelantar?.
En materia de paisaje urbano, en determinado momento alguien decide unificar la imagen plantando palmeras, ¿de qué especie?… de la que sea, todas valen ¿no?, y llegamos a que tras aproximadamente 8 años sigo sin poder pisar la acera en determinadas zonas porque se trata de palmeras bajas y las afiladas puntas me llegan justo a la altura de los ojos.
Ya para nota llegamos al apartado de crear complejidad urbana, una mezcla que nos invite a ir a algún sitio, que nos ofrezca la opción de elegir, pero como digo eso sería para nota y no entra en el concepto de self-service, es demasiado complejo, mejor ponemos pequeños locales en las plantas bajas de las urbanizaciones, espacios interiores aptos tan sólo para comercios de consumo de primera necesidad, cada urbanización tendría su supermercado, su panadería, su bar y su tienda de golosinas y prensa, pero algo falla, no hemos puesto nada de nuestra parte para romper con la estacionalidad con lo cual esos negocios se deben mantener con los beneficios obtenidos durante los meses de julio y agosto, el resto del año no pueden abrir y por tanto cierran y caen uno tras otro.
Llegado este punto y considerando inviable demoler los 22 Km de edificaciones y empezar de nuevo, me planteo:
– Los dos mares siguen estando igual de cerca y podemos seguir disfrutándolos.
– El Mar Menor es un paraíso para los amantes de los deportes como el windsurf, el piragüismo o la vela.
– Cabo de Palos (unido físicamente a la Manga) constituye unos de los mejores sitios de España para la práctica del buceo.
– Seguimos teniendo 22 Km de playa de arena blanca y fina y aguas cristalinas.
– Existe amplia oferta de puntos de amarre en la zona.
– Está localizada a menos de 30 minutos de la ciudad de Cartagena y su gran oferta turística cultural.
– ¿No estamos ante lo que puede ser un producto turístico excepcional? ¿No existe esa potencialidad? ¿Realmente ese Self-Service ha hecho llegar a un punto de no retorno?
Las dinámicas que veo por parte de los agentes con capacidad de decisión es la dar por muerta La Manga, dejarla en «sálvese quien pueda», seguir predicando que el futuro de nuestra Región está en el turismo y buscar un nuevo emplazamiento excepcional para una nueva «actuación estrella». Cuando un project manager llega al final de un proyecto, concluye con el apartado de «lecciones aprendidas», esa información que nos ha aportado el proyecto, que nos ha enriquecido y que nos ha hecho más expertos en la materia…. ¿tan difícil resulta ver a nuestra clase política como Project Manager territoriales las lecciones aprendidas del Self-Service Territorial de la Manga?.
Si lo que buscamos es un producto estrella, un proyecto emblemático, un elemento diferenciador, tenemos una oportunidad excepcional, LA CUALIFICACIÓN DE LA MANGA DEL MAR MENOR; hemos visto que el potencial es enorme, la inversión es ridícula en comparación con el desarrollo de un nuevo producto desde cero, el coste medioambiental es nulo (partiendo de la situación actual) y fundamentalmente si lo que buscamos es una nueva imagen de marca que atraiga el turismo de calidad, ¿qué mejor marketing que el de un territorio que ha sido capaz de darle la vuelta a la tortilla?.
EL MÉTODO ANTICIENTÍFICO EN EL PAISAJE URBANO
Cuando un médico se enfrenta al tumor de un paciente, primero analiza y diagnostica, luego estudia posibilidades de intervención, después opera y por último da puntos de sutura; es el fundamento del método científico; observar, plantearse preguntas, crear hipótesis, analizarlas, discutirlas y optar por la mejor solución en base a la infinidad de parámetros que intervienen.
Acabo de terminar el estudio de paisaje de una comarca en la que hemos analizado cinco núcleos urbanos de tamaño pequeño-medio (desde 4.500 habitantes a 59.500), en todos ellos como norma común se detecta el mismo tumor en materia de paisaje urbano; accesos y bordes deteriorados, ensanches banales, cascos antiguos mal conservados, déficit de zonas verdes y espacios de reunión, etc…. también observamos en todos ellos una tendencia al intento de cura, signos de haber pasado por la consulta del médico, restos de cirugía….. pero hay un problema común, en todos los casos hemos pasado por alto las fases que citaba del método científico y directamente nos hemos ido a los puntos de sutura.
Es habitual encontrar fragmentos de avenidas con cipreses podados en forma de cilindros sobre un tapiz de césped natural o artificial, grandes esculturas en algunas rotondas que presuntamente nos anuncian una ciudad moderna y ligada al arte, farolas que en determinado tramo de calle dejan el modelo básico para pasar a ser modernistas y terminar por modelos de «vanguardia»; todo ello como digo en forma de puntos de sutura, mientras el tumor sigue adelante; no hemos analizado y mucho menos planificado por lo tanto seguimos poniendo apósitos sin tener claro para qué o por qué, lo cual implica directamente que la eficacia de las acciones será sólo fruto de la casualidad, pudiendo no sólo no funcionar sino también ser contraproducente, de hecho pienso que este tipo de acciones inconexas entre ellas, sin sentido, desconectadas del lugar y desarraigadas de sus habitantes exportan una imagen negativa, la de no saber hacer las cosas, la del quiero y no puedo….
Frente a este intento de «maquillaje» de la cicatriz ¿por qué no atacamos directamente al tumor?. El importe económico de cualquiera de dichas acciones (en la mayoría de los casos inútiles) supera el coste de una planificación de paisaje, un instrumento que en base al método científico analice, diagnostique, se plantee preguntas y encuentre soluciones; una vez lo tengamos ya dispondremos de la hoja de ruta a seguir y ese será el momento de las acciones y las fotografías en los diarios, es evidente que el enfermo no sanará en breve, más bien a medio o largo plazo, pero la sensación al visitarlo será la de alguien que mejora, que se va a curar y sobre todo que está en buenas manos.
LA CRISIS NO VALE COMO EXCUSA
Cuando algo no funciona puede ser debido a la mala suerte, pero normalmente la causa se encuentra en un hecho que no estaba previsto o a que no ha resultado como se preveía; es decir no estaba planificado o la planificación no era correcta. Este hecho lo podemos ver en nuestra economía global, nuestro mercado laboral, sistema de salud, sistema educativo, etc… pero como estos temas se salen de la temática del blog, me centro en un aspecto específico, los problemas de nuestras ciudades.
Desde hace ya años, la planificación sufre un tremendo “parón” por parte de los únicos promotores posibles de la misma (las Administraciones Públicas); la causa alegada para esta paralización siempre es la misma, … la crisis…los recortes…la falta de medios económicos; … pero vamos a ver, paremos un momento, tenemos un sistema que no ha funcionado por defectos o ausencia de planificación ¿cuál es la salida entonces? ¿no hacer nada? ¿buscar ideas felices? ¿esperar a que alguien solucione nuestros problemas? ¿intentar volver a un sistema que ya hemos visto que no funciona?… creo que no, entiendo que lo que toca es precisamente planificar estratégicamente, primero para salir adelante y segundo para hacerlo de modo sostenible en el tiempo. Ahora bien, para el planificador ha surgido una nueva variable de gran peso a tener en cuenta, que las acciones y el cambio no cuesten dinero o al menos que sea lo mínimo posible; la época de tratar de lanzar ciudades, comarcas o regiones al mercado de la competitividad territorial mediante grandes infraestructuras o faraónicas obras ha pasado a la historia, ¿quiere esto decir que ya no se puede planificar? No, en absoluto, simplemente ha cambiado el escenario, las variables son distintas y toca repensar, poner en duda cuestiones asumidas y abrir el pensamiento a nuevas alternativas.
¿Cuál es coste de cerrar una calle al tráfico rodado y así crear por ejemplo un pequeño eje comercial en una ciudad? ¿Necesitamos pavimentar de nuevo la calle?¿Los peatones no podemos andar por el asfalto? ¿No se puede taladrar el asfalto y plantar árboles?
¿Cuál es el coste de que un Ayuntamiento ceda parte de sus suelos adjudicados en desarrollos urbanísticos para usos alternativos como los huertos urbanos? Nadie lo va a comprar y no tienen medios para desarrollarlos ¿Por qué no cederlos entonces temporalmente en bien de la comunidad?.
¿Cuál es el coste de una normativa de paisaje urbano que lo proteja, gestione y ordene? En todo caso sería una inversión, no un gasto ¿no?.
En definitiva el problema para no planificar no es la crisis, es precisamente la infravaloración de la planificación, la escasa aceptación de la misma como elemento clave para el desarrollo, dicen que el hombre es el único animal que tropieza dos veces en la misma piedra, ¿Cuántas vamos a tropezar nosotros?.
¿PODEMOS RESUCITAR NUESTROS JARDINES?
El frenético ritmo de crecimiento, la desgana y realmente la consideración de la ciudad como una acumulación de viviendas y no en sí misma como algo positivo, ha llevado en la planificación actual a un cambio de papel de los espacios verdes; ha pasado en gran número de ocasiones de ser un elemento de disfrute, de relación social y de articulación de la trama; a ser simplemente uno más de los «molestos estándares urbanísticos a cumplir». Este hecho lo vemos reflejado a diario en jardines junto a autovías (citados como «colchón verde», ocupando la zona menos habitable y dejando por tanto sin verde la zona habitable), con geometrías que lo hacen inservible, salvo para ir y venir (sin que nada nos llame a hacerlo) o simplemente desconectados de la trama, con lo cual no «se pasa por el jardín» sino que necesariamente «hay que ir al jardín».
Como decía Jane Jacobs «La gente no usa los espacios abiertos urbanos porque estén cerca de sus casas, ni porque los diseñadores y urbanistas deseen que los usen…. algo más se necesita«, pues bien, no aportamos ese «algo más», con lo cual pasamos de un elemento potencialmente positivo a un elemento a esquivar en muchas ocasiones, desolado, triste, que costó dinero, que cuesta mantener y que realmente poco aporta (al menos en relación con lo que podría).
Frente a este hecho fácilmente observable en cualquier ciudad, la reacción sigue siendo la misma… nula… ¿Por qué seguimos haciendo lo mismo si vemos que no funciona? y dicho esto, intentando avanzar y ser práctico ¿Podemos resucitar los existentes?.
Sinceramente entiendo que sí. Estos espacios son como son, no van a crecer, a cambiar su geometría ni mucho menos su ubicación; por lo tanto tenemos dos opciones mantener el cadáver momificado o actuar para el cambio.
¿Qué les falta a estos lugares para ser atractivos, ganar sensación de seguridad y convertirse en un sitio al que nos apetezca ir (ya que como he dicho no están planteados para «pasar de camino a…» o «encontrar de repente «)? Muy sencillo, GENTE Y ALGO QUE HACER; lo segundo evidentemente llama a lo primero. Cualquier ciudad tiene cientos o miles de aficionados al ajedrez, al patinaje, al teatro, a la literatura, a las artes marciales, al Tai Chi, a la gimnasia, al running, a la música, al baile, a los objetos antiguos, a los libros de segunda mano, al agility, etc…. ¿He dicho alguno que no se pueda practicar al aire libre? …. creo que no, al menos en mi clima mediterráneo y durante el 90% de los días del año; ¿Por qué no fomentamos entonces esos usos específicos y le damos vida a esos espacios? Cualquiera de las actividades citadas junto con una pequeña cafetería o terraza no sólo atrae a los usuarios sino también a los paseantes, creamos espacios de disfrute y sobre todo de relación social.
Frente a esta propuesta, la respuesta habitual podría ser la imposibilidad de inversión en la actual situación de crisis, pues bien, a los que piensan que no hay dinero o no merece la pena gastarlo en esto, les recomiendo una cosa, váyanse a la ciudad de Nueva York y visiten Central Park (la escala es brutal pero el concepto es el mismo), si pueden háganlo especialmente un sábado; podrán comprobar lo que da de sí un escalón en el que sentarse una persona a leer cuentos o poesía; tres bancos de madera en los que improvisar un concierto de violín o seis botes vacíos de Coca-Cola y un señor patinando; les aseguro que cambiará su concepción de «inversión necesaria».
PAISAJE URBANO ¿RESULTADO O HERRAMIENTA?
El Ranking Mundial de ciudades por su Calidad de Vida, elaborado por la consultora MERCER, lleva a cabo un análisis y clasificación de emplazamientos en base a una serie de 39 parámetros agrupados en categorías como ambiente político y social, ambiente económico, salud y sanidad, educación, servicios públicos y de transportes, ocio, bienes de consumo, alojamiento y condiciones climáticas. Dichos indicadores son hechos objetivos y por tanto resultan en cierto modo cuantificables y calificables; ahora bien en relación a lo que podríamos llamar «paisaje formal» ¿Cómo afectan dichos indicadores y su evolución a la formación del paisaje? y en relación al «paisaje subjetivo» o la interpretación que individualmente hacemos de la información que recibimos ¿Influye el paisaje en la forma de percibir la calidad de vida?.
Considerando el paisaje como «resultado», la respuesta es afirmativa en los dos casos; la implantación de infraestructuras, servicios, comercios, zonas de ocio, centros sanitarios, etc… modifica evidentemente el aspecto formal de la ciudad; y dependiendo del resultado, el paisaje nos ayudará a percibir la calidad de vida evaluada numéricamente, o en caso contrario la enmascarará.
Sin embargo, si enfocamos el paisaje como «herramienta», vemos que su adecuada planificación y gestión, facilita las relaciones sociales y la interacción entre los habitantes; posibilita sensaciones relacionadas con la cultura; fomenta la identidad del lugar y por tanto la sensación de pertenencia y de seguridad; permite el contacto con la naturaleza en un contexto antropizado, etc…. Es decir, considerando la planificación del paisaje en origen y no como resultado podemos no sólo hacer crecer los indicadores objetivos sino que además podemos, para idéntico valor numérico de los mismos, incrementar la sensación subjetiva de calidad de vida.
¿Por qué esperar entonces al resultado si tenemos la herramienta?