RECORRIDOS URBANOS (ORANGE)

Cuando el uso repetitivo y casi cansino de una tipología, unos colores pastel, unas carpinterías y unas cubiertas no impiden lo más mínimo el interés por recorrer y descubrir en un paseo urbano, algo nos hace pensar que no sólo la forma de los elementos incide en la cualificación de un paisaje urbano. Muchas son las normativas y documentos que recomiendan acciones sobre cada uno de los componentes de la escena, pero ¿qué pasa con el escenario? ¿por qué no hablar del continente en lugar del contenido?.

Hoy he recorrido el casco antiguo de Orange, una tremenda uniformidad edificatoria en la que la variación entre edificios tan sólo viene dada por el color pastel escogido para sus contraventanas y sus fachadas, algo pintoresco para el forastero pero que nos podría llevar al aburrimiento y el desinterés tras recorrer dos calles; sin embargo la sensación ha sido totalmente distinta, ha sido más bien el poder observar como la forma de la trama y no de los componentes individuales nos llevan a disfrutar del recorrido, a interesarnos por caminar, a descubrir, a parar y a observar; el sinuoso trazado medieval de las calles invita a llegar a un final que no se percibe desde el inicio, el recorrido que podría ser largo queda partido por pequeñas plazas en las que algún elemento facilita que tomemos la decisión de parar, se crea un antes y un después (un punto y seguido como decía Gordon Cullen), las esquinas y cruces crean en ocasiones configuraciones especiales en las que dejamos de ser transeúntes sobre una cinta transportadora y tenemos que decidir o simplemente dejarnos llevar por lo que en ese momento más nos satisfaga, en definitiva he podido disfrutar de una trama que permite y fomenta la interacción continente/persona, una gran virtud muchas veces olvidada.

 

EN PAISAJE ¿ INVERSIÓN = GASTO ?

Simplificando las definiciones, creo que la diferencia entre inversión y gasto debe estar en que en el primero lo que me gasto revierte en un beneficio que me hace recuperar lo gastado más un plus, mientras que en el segundo no lo recupero, simplemente me lo gasto y desparece.

Esta semana he leído dos artículos en los que, hablando de temas relacionados con el paisaje urbano de mi ciudad (Murcia), se citaba por parte del Ayuntamiento la conveniencia de acometer dos actuaciones (peatonalización del paseo Alfonso X y reciclaje urbano del edificio de la antigua cárcel provincial, ambos en el centro de la ciudad); no obstante se dice en ellos que se hará cuando las arcas municipales salgan del penoso estado en el que se encuentran actualmente; es decir cuando estemos bien invertiremos para pasar del Bien al Notable. Este hecho que puede parecer claro deja en evidencia la concepción actual del paisaje por parte precisamente de los sectores de la sociedad con mayor capacidad de decisión sobre el mismo; es decir queda asumido que paisaje = decoración = gasto con lo cual lo haremos cuando nos podamos permitir ese tipo de lujos.

Paseo Alfonso X (Murcia)

Paseo Alfonso X (Murcia)

Hoy día es evidente que lo que necesitamos son beneficios pero desgraciadamente la gestión de la Administración se aleja mucho de la de cualquier empresa en cuanto a eficiencia, cumplimiento de objetivos y asunción de responsabilidades; no obstante creo que hasta el más pequeño de los empresarios conoce el hecho de que para obtener beneficios hay un paso que no nos podemos saltar, el de la inversión (mayor, menor, intelectual o material… pero siempre real) ¿Este concepto básico es desconocido por alguien? …. entiendo que no, luego el problema no es que no creamos en la inversión, sino que seguimos pensando que el paisaje es un GASTO superfluo.

Poniendo el ejemplo de la peatonalización de Alfonso X, esta simple acción puede generar una serie de acciones retroalimentadas como las de fusión del pequeño casco antiguo con el resto de la trama, mejora de la calidad de vida de los ciudadanos, fomento del turismo y de la deseada «imagen de marca» de la ciudad; todos ellos generan directa o indirectamente beneficios económicos, luego ¿estamos hablando de un gasto o de una inversión?. Y una vez que veo claro los beneficios, entiendo que el camino no es el de la obra faraónica, sino el de la materia gris y el de replantear cuestiones asumidas, remodelación no es sinónimo de gran inversión; cuando en Little Italy en Nueva York las calles transitadas por coches se transformaban por la noche en amplios paseos con agradables terrazas en las que cenar en verano ¿cuál era la inversión? ¿dos barreras por calle? ¿dos grandes maceteros que se movían?.

Little Italy (www.commons.wikimedia.org)

Little Italy (www.commons.wikimedia.org)

Little Italy (www.hinewyorkinformation.typepad.com)

Little Italy (www.hinewyorkinformation.typepad.com)

Luego si es evidente que hay que invertir para obtener beneficios y además parece estar claro que esa inversión puede ser ridícula (sobre todo en comparación con los beneficios que puede generar) ¿Cuál es el problema?¿Por qué no invertimos en paisaje?….. Pues vuelvo a lo mismo, porque se considera un lujo y no una herramienta.

¿PLANIFICAMOS O CONFIAMOS EN EL IBEX 35?

cnc-competencia

Acabo de leer el documento de discusión emitido por la CNC (Comisión Nacional de la Competencia) titulado «PROBLEMAS DE COMPETENCIA EN EL MERCADO DE SUELO EN ESPAÑA», y hablando de competencia no entiendo como un documento de este calado puede haber sido redactado con tan alto nivel de incompetencia.

Tras 90 folios en los que las especificidades del producto llamado «suelo» se van diluyendo para adaptarlo a un modelo económico más «llevadero» que nos permita predecir su comportamiento como si del mercado de tomates se tratase, llega el sesudo documento a averiguar que el sistema urbanístico español… tiene fallos!!!  y aporta dos recomendaciones clave:

1. Utilizar mecanismos impositivos (de precio) o de derechos de urbanización en lugar de la delimitación de la frontera urbanística, convirtiendo en suelo apto para ser urbanizado todo el suelo que no deba estar protegido por motivos de interés público convenientemente justificado.

Es decir, si usted tiene dinero y se lo puede permitir, genere usted mismo el modelo territorial; los demás nos adaptaremos al mismo y que salga lo que tenga que salir, ya iremos resolviendo problemas.

2. Sustituir la zonificación característica del urbanismo español, muy detallada, de carácter intervencionista, y determinada ex-ante, por la utilización, con carácter general y fundamental, de reglas o estándares que sirvan para corregir las externalidades vinculadas a usos incompatibles pero que a la vez posibiliten que el uso del suelo no excluido del proceso urbanizador por motivos de interés público se determine, en gran medida, a través del mercado y no a través del planeamiento urbanístico.

Es decir, nada de planificar, nada de preocuparnos por la sostenibilidad o por un modelo de futuro, ahora una nueva variante del self-service territorial…. sírvase usted mismo, genere el uso que usted quiera (que para algo tiene dinero y además ha llegado el primero) los que vengan después se tendrán que adaptar para no generar externalidades que puedan poner en peligro su competitividad.

Es sencillamente alucinante…….

No obstante, dejando de lado las sandeces del citado documento, me planteo si realmente existe mucha diferencia entre lo propuesto y lo que realmente tenemos hoy día; en primer lugar y con referencia a su primera recomendación ¿No existe ya ese mecanismo impositivo (de precio) que te permite saltar las fronteras de la ciudad y del suelo urbanizable?¿No se llama Modificación Puntual de Plan General? ¿No se lleva a cabo mediante el pago de un importe estipulado en un convenio?.

Respecto a la segunda recomendación (eliminar la zonificación y que mande el mercado) ¿Dónde se instalan hoy día las grandes multinacionales? ¿Y las petroleras o derivadas? ¿Generalmente lo hacen en suelo diseñado al efecto o en un suelo barato que era SNU y por «Interés general» pasa a ser apto para la instalación?

Esta última reflexión me hace indignarme aún más con el documento del CNC, no sólo propone la antítesis de lo que otras políticas y cualquier persona medianamente coherente defiende,  sino que además no ha tenido la capacidad de observación suficiente para darse cuenta de que lo que proponen ya existe y como podemos ver no funciona.

PDT: Os dejo el enlace de este maravilloso documento

(http://www.cncompetencia.es/Inicio/Informes/InformesyEstudiossectoriales/tabid/228/Default.aspx)

COMPETITIVIDAD URBANA VS COMPETENCIA

Catorce años han pasado desde que en Potsdam (1999) la Estrategia Territorial Europea nos hablase de la necesaria competitividad y de la oportunidad del policentrismo como herramienta en la creación de un modelo territorial basado en el progreso, la sostenibilidad  y la cohesión.

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Un sistema elogiado por innumerables artículos y publicaciones que no termino de ver llevado a la práctica; veo claros intentos (y en ocasiones logros) de distintas regiones o municipios por incrementar su competitividad en base a la improvisación en muchos casos y en otros a una planificación, pero eso sí, normalmente la suya individual. Este hecho nos lleva a escala municipal (e incluso sub-municipal a nivel de pedanías) a que cada municipio para ser competitivo busca su polígono industrial, su centro comercial y de «ocio», sus instalaciones deportivas, su zona terciaria para oficinas, sus equipamientos educativos y sanitarios…. su, su, su…..

A modo de ejemplo 18 minipolígonos de 18 minimunicipios serán aptos para pequeños establecimientos industriales de carácter normalmente local, nunca podrán albergar una gran factoría o un conjunto de instalaciones relacionadas que se complementen y fomenten sinergias, simplemente no caben; caso distinto sería si existiese y se pusiera en práctica (cosa que no siempre ocurre) una planificación de orden superior que unificara intereses y transformase los 18 miniespacios en un gran espacio perfecta, sostenible y competitivamente conectado.

Este hecho se ve agravado además por obviar un tema de vital importancia si hablamos de competitividad y éxito, el de la MASA CRITICA; efectivamente un centro comercial, una torre de oficinas o unas instalaciones deportivas son sostenibles económicamente cuando existe una masa suficiente que lo demande de forma sostenida en el tiempo, no sólo en épocas de «vacas gordas»; de esta forma vemos a nuestro alrededor innumerables equipamientos e infraestructuras totalmente abandonadas por la sencilla razón de haber nacido en una época de bonanza con la consideración de que siempre iba a ser así en zonas que, en condiciones normales, no generan esa «masa crítica».

En materia de servicios públicos como la sanidad o la educación volvemos al mismo problema, todos queremos tener centros educativos y la asistencia sanitaria junto a nuestras viviendas, cada pedanía al menos un colegio y un centro de salud, lo cual puede ser conveniente buscando la cohesión social, pero por una parte ¿nos lo podemos permitir económicamente? y por otra ¿no sería más eficiente agrupar y crear grandes centros que permitan un mejor servicio y conectarlos de forma eficiente y sostenible? ¿No estaríamos hablando entonces del policentrismo de la ETE?

La figura de orden superior que citaba como solución ya existe, la tenemos en los Planes de Ordenación Territorial supramunicipales; no obstante su gestión y la consecución de objetivos requiere de una voluntad política que por ahora me cuesta mucho ver. La situación nos lleva de esta forma a un escenario incluso peor al de la centralización que la ETE trataba de solventar, llegamos a un entorno de salvaje competencia, muy distinto al de competitividad, llegamos a la competición entre municipios, al despilfarro y al estancamiento no sólo por las acciones no planificadas emprendidas sino por las potencialidades de la agrupación que dejamos escapar.

¿LA UNIFORMIDAD MEJORA LA COMPETITIVIDAD?

Recientemente he leído algunos artículos en los que distintos municipios se plantean medidas y acciones encaminadas a la mejora de su paisaje urbano, lo cual me alegra enormemente al darme cuenta que la idea va poco a poco filtrándose en nuestra sociedad; ahora bien, en todos ellos figura la palabra «uniformidad» como un objetivo, imagino que con la intención de mejorar la imaginabilidad del lugar,  por tanto su identidad y por último la codiciada competitividad; ante este razonamiento pienso en las favelas brasileñas, una gran imaginabilidad y una potentísima identidad, pero ¿ello nos atrae? , evidentemente no, y aunque el ejemplo sea extremo creo que es válido, la identidad es condición necesaria pero no suficiente; la finalidad del paisaje urbano es la de permitir y/o mejorar la calidad de vida de los ciudadanos, facilitar las relaciones sociales, el contacto con la naturaleza y también la competitividad; lo cual sinceramente pienso que únicamente por ejemplo unificando el color de los toldos de las terrazas no vamos a conseguir; de hecho esa buscada uniformidad y su intento se asimilación con orden y armonía creo que nos lleva al aburrimiento y la banalidad de los recorridos.

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Volvemos una y otra vez a la consideración del paisaje tan sólo como forma y dejamos de nuevo en el tintero su esencia, la sociedad que los habita y sus procesos de relación; el paisaje urbano tiene una funcionalidad real o potencial directamente relacionada con los procesos que en el mismo tienen lugar; la puerta de un centro universitario plagado de estudiantes jóvenes y profesores, la plaza en la que se ubica un gran monumento y sus turistas, la zona de acceso a un edificio administrativo y sus trabajadores o la salida de un hospital y los familiares de los enfermos son espacios vividos por personas distintas o al menos en situaciones diferentes, por tanto parece lógico pensar que cada uno de esos emplazamientos requerirá un tratamiento distinto, no uniforme.

Está claro que el enfoque que planteo no es el fácil y no debemos confundirlo con un «laissez faire» y que salga lo que tenga que salir, se trata como siempre de planificar, trabajar y creer realmente en lo que estamos haciendo.

Creo que la historia nos ha dejado evidentes ejemplos de inhabitables espacios tremendamente uniformes y de extraordinarios conjuntos de elementos dispares concatenados; se trata «simplemente» de que exista un porqué de la forma derivado del proceso que alberga, de no ser excluyente ni con la uniformidad ni con la variedad, sencillamente cada una estará donde se requiera.

CIUDAD DIFUSA ¿CAUSA O EFECTO?

Los problemas derivados de los crecimientos urbanos en forma de «Ciudad Difusa», «Sprawl», procedentes del propio planeamiento o que hayan surgido de forma espontánea, han sido objeto de numerosos análisis y estudios quedando fuera de toda duda el deterioro creado tanto en materia de sostenibilidad como de relaciones sociales.

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Veo una clara tendencia a defender que dichos asentamientos están destruyendo la ciudad tradicional y dejándola sin vida, lo cual es posible, ahora bien…. ¿Estamos ante la causa o el efecto? ¿Las nuevas urbanizaciones están causando el abandono de la ciudad o son la consecuencia o la vía de escape de un entorno que nada nos aporta?.
Nuestras sociedades han cambiado de forma vertiginosa en el último siglo ¿Y nuestras ciudades?¿Se han adaptado a los nuevos requerimientos? Cuando la mayor diversión, ocio o entretenimiento de la semana se traduce para muchas familias en la visita a un macro centro comercial  situado en una de esas zonas «difusas» ¿Es por elección o por eliminación?.
Entiendo que no todos los pobladores de esa «nueva» forma de habitar son ermitaños, de hecho creo que se alegran cuando esas zonas pseudo-rurales  poco a poco van tomando rasgos urbanos, cuando se instala una parada de bus, una panadería, un quiosco, una cafetería o un pequeño supermercado, luego no huyen de la ciudad en general sino de esa ciudad concreta.
Evidentemente el concepto de ciudad evoluciona y vamos hacia nuevos modelos, por tanto entiendo que debemos enfocar nuestros esfuerzos no sólo en demostrar la ineficacia de un modelo, sino por una parte a ponerle solución a la «máquina» que hemos creado (que queramos o no seguirá existiendo) y fundamentalmente a paliar el origen del problema (la ausencia de estímulos positivos en nuestras ciudades).
Mediante la Ordenación del Territorio y la Planificación no podemos participar en los recuerdos, la formación cultural, las inquietudes o los estados de ánimo personales que en definitiva conforman la sensación de bienestar, ahora bien queda muy claro que si podemos crear el escenario que las potencie, las facilite y las cohesione.

METODOLOGÍA PARA DETERMINAR LA CALIDAD DEL PAISAJE URBANO

En ocasiones asociamos el concepto de «Calidad» al nivel de adecuación a un uso, a que se cumplan «x» requisitos o a que el cliente o consumidor adquiera un nivel determinado de satisfacción frente a un producto o servicio; la RAE la define como «conjunto de propiedades inherentes a algo, que permiten juzgar su valor«.

Analizando la metodología tradicional de análisis del paisaje urbano y la determinación de su calidad, vemos distintos enfoques que en general convergen en determinados «conceptos asumidos»; indicadores como la relación entre la altura de los edificios y la sección de los viales, la existencia de espacios verdes y su estado, la presencia de vegetación en los viales, la existencia y diseño del mobiliario urbano, la tipología de pavimentos, la dimensión de los recorridos peatonales, etc… en ocasiones estos aspectos se trasladan al mundo de los valores numéricos, asignando un valor a cada estado y definiendo en base a su proximidad a la considerada como cifra ideal su nivel de calidad; esta práctica permite evidentemente una valoración aséptica del paisaje buscando la mayor objetividad posible del evaluador; personalmente no estoy de acuerdo en absoluto con la idea de dejar de lado la subjetividad, pero me gustaría centrar el post en otra cuestión, me refiero a la de la definición que vemos arriba del concepto de «calidad».

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Cualquiera de las definiciones introduce de una forma u otra el concepto de uso, de funcionalidad, de adecuación y respuesta a una necesidad; cuando analizamos el paisaje urbano en base a sus características formales y composición mediante una metodología asumida como «universal» ¿dónde estamos analizando el nivel de satisfacción del consumidor (la sociedad)? ¿Requerimos el mismo ancho de acera en una zona residencial, comercial, industrial o de oficinas, en Oslo, en Buenos Aires o en Roma? ¿Una plaza dura siempre es un crimen?. …. evidentemente no.

El paisaje urbano y la imagen mental que creamos del mismo no es en absoluto estática, sino el resultado de un recorrido, expansiones, contracciones, visuales, hitos, detalles, etc… en definitiva se trata de un PROCESO, si el resultado de ese proceso es el que nos va a aportar o no satisfacción ¿dónde lo estamos analizando?.

La ciudad en general y el paisaje urbano en particular constituyen sistemas de complejidad organizada, por tanto simplificar la evaluación de su calidad a determinados parámetros considero sencillamente que no nos proporciona el objetivo que deberíamos buscar LA SATISFACCIÓN DE LA SOCIEDAD, por tanto a pesar de la necesidad de traducir a números, no podemos dejar en el tintero variables e incógnitas de las que depende directamente el resultado.

ACCIDENTES GRAVES EN LOS QUE INTERVIENEN SUSTANCIAS PELIGROSAS.

Esta semana escuchaba en las noticias una nueva versión del mismo problema que nunca acabaré de entender, se comentaba que tras el gravísimo accidente ferroviario de Santiago de Compostela, se iba a llevar a cabo una revisión de los sistemas de seguridad porque por lo visto algo falla…. creo que sobran los comentarios.

Hace ya años, tras varios incendios en discotecas, se modificó la normativa al respecto; tras la catástrofe del camping de Biescas alguien se dio cuenta de que el cauce de una rambla o las zonas inundables no son los sitios más adecuados para acampar; tras el desastre de Bhopal y posteriormente de Seveso se creó la normativa de accidentes graves…. etc, etc, …. siempre después, un lapso de tiempo que sencillamente implica que la gente muere por falta de previsión,  planificación y gestión.

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Centrándome en el último apartado, desde que hace algunos años asistí a unas jornadas sobre la Normativa Seveso y su relación con la Ordenación del Territorio, pude comprobar y de hecho lo sigo haciendo como un tema de tal importancia puede ser pasado por alto con tanta facilidad y durante tanto tiempo. Tenemos una Directiva Europea y el RD 1.254/99 que transpone al ordenamiento jurídico español la misma; a partir de aquí le toca a las distintas administraciones en el ámbito de sus competencias su desarrollo y llegamos entonces a un problema con las siguientes variables:

– Caso de una nueva instalación (es el más sencillo, se trataría de imponer restricciones).

– Caso de una instalación existente aislada en el desierto (también es sencillo, se trata de limitar los posibles usos futuros en su entorno).

– Caso de una instalación existente con otros usos en sus proximidades también existentes…. ¿Y ahora qué? ¿Cerramos la fábrica? ¿Echamos a la gente de sus casas para que dejen de estar en peligro? ¿Qué derecho es más válido, el del industrial que ha cumplido todo lo que la administración le ha exigido o el del propietario al que nadie informó del peligro que corría?.

Llegado a este punto leo discusiones sobre los sistemas de evaluación más adecuados, sobre quienes deben ser los responsables de su control e incluso clasificación de elementos como vulnerables y muy vulnerables que llegan en determinados casos a depender del número de personas, es decir, si sólo mueren tres o cuatro personas es vulnerable, se puede acercar más a la instalación, ahora, si son más ya pasaría a ser muy vulnerable y se tiene que alejar…. ¿Estamos locos o qué está pasando en esta sociedad? ¿Qué legislador puede tener la capacidad de definir el número de bajas asumible a cambio de no trastocar un interés económico?.

El mayor problema no se encuentra en el contenido de estas discusiones, sino en el hecho de que mientras discuten la casa sigue sin barrer, las viviendas se siguen aproximando a instalaciones existentes, los espacios residuales de los planes parciales colindantes con industrias son precisamente los que los promotores no quieren para viviendas y en ocasiones se usan para otros usos como por ejemplo escuelas y guarderías; las grandes instalaciones se amplían en muchos casos empeorando una situación ya deficitaria y en definitiva el problema lejos de resolverse va añadiendo nuevas variables y derechos adquiridos.

Es evidente que se trata de un problema de gran complejidad, pero precisamente por ello requiere una gran dedicación, implicación y respuesta; veo que algunas Comunidades Autónomas trabajan seriamente la cuestión, pero la tendencia generalizada es simplemente la de la inactividad, ¿qué estamos esperando? ¿necesitamos un nuevo Bhopal o Seveso para reaccionar de una vez? ¿No ha llegado la hora de asumir responsabilidades?

SELF-SERVICE TERRITORIAL. La Manga del Mar Menor

La semana pasada mi amigo Antonio empleaba el término Self-Service Territorial en uno de sus comentarios, ahora después de pasar unos días en la Manga del Mar Menor quiero compartir en este post un claro ejemplo de este concepto.

La Manga es sin duda lugar de visita obligada para todo estudioso del territorio, la ciudad, el urbanismo y el paisaje; un lugar que nos hace comprender lo bruto e ignorante que puede llegar a ser el hombre, un clarísimo ejemplo de cómo NO deben hacerse las cosas.

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Para el que no la conozca, se trata de una estrecha franja de terreno de unos 22 Km que separa el Mar Mediterráneo del Mar Menor, un auténtico regalo de la naturaleza en el que atravesando 100 metros de arena fina y dunas podíamos bañarnos tanto en un Mar como en otro…. bueno de eso se trataba, hoy día se trata de un territorio totalmente ocupado (que no urbanizado por la dignidad del término) atravesado por un único vial sin salida (ya que milagrosamente el acceso norte no se ha materializado por sus valores ecológicos) a cuyos lados se localizan enormes bloques en altura, unos paralelos al mar formando pantallas y otros en perpendicular al mismo, da igual, como cada uno ha querido en función del parcelario resultante; junto a éstos zonas de viviendas unifamiliares (que en ocasiones entran literalmente en el Mar Menor) dispuestas en calles sin salida en las que cada propietario de parcela ejecuta su «trozo» de acera, con lo cual tenemos un gran muestrario de materiales y acabados y en algunos casos simplemente no se ejecuta. El recorrido peatonal a través del vial principal se convierte en una auténtica aventura ya que, siguiendo el concepto de self-service, cada urbanización ejecuta su trozo como estima conveniente, con lo cual una estrecha acera de repente se convierte en un aparcamiento de coches o en una caseta para guardar la basura, si vas en silla de ruedas o llevas un cochecito de bebé sencillamente es «misión imposible».

Siguiendo con el ejemplo de lo que NO debemos hacer, pasamos a ver el carril bici, o al menos así lo llaman, se trata de un espacio de aproximadamente 1.00 metro de ancho unido por una parte a la única zona peatonal posible y por el otro limitado por un afilado bordillo de unos 30 cm de alto (hacerlo de bordes redondeados hubiese sido mucho pedir) que nos separa del tráfico rodado y que resulta especialmente útil para abrirte la cabeza en caso de caída; si consigues no caerte y además esquivar a los numerosos peatones que invaden la zona y se cabrean cuando tocas el timbre para pasar, te das cuenta de otro problema del Self-Service, los aparcamientos públicos en superficie no aportan aparentemente beneficios directos con lo cual no los hacemos y los ciudadanos pasan a aparcar en el único sitio que queda libre, el del carril bici. A la vista de que resulta totalmente imposible circular con normalidad decidimos aventurarnos y rodar por la calzada junto a los coches, pero ahora llega un nuevo problema «los defensores de sus derechos», esos señores que entienden que el derecho a circular por la calzada es exclusivo de los vehículos a motor y te gritan y pitan porque con tu velocidad estás haciéndole perder  su preciado tiempo, teniendo un carril bici ¿por qué narices tengo que hacer el esfuerzo sobrehumano de poner el intermitente y adelantar?.

En materia de paisaje urbano, en determinado momento alguien decide unificar la imagen plantando palmeras, ¿de qué especie?… de la que sea, todas valen ¿no?, y llegamos a que tras aproximadamente 8 años sigo sin poder pisar la acera en determinadas zonas porque se trata de palmeras bajas y las afiladas puntas me llegan justo a la altura de los ojos.

Ya para nota llegamos al apartado de crear complejidad urbana, una mezcla que nos invite a ir a algún sitio, que nos ofrezca la opción de elegir, pero como digo eso sería para nota y no entra en el concepto de self-service, es demasiado complejo, mejor ponemos pequeños locales en las plantas bajas de las urbanizaciones, espacios interiores aptos tan sólo para comercios de consumo de primera necesidad, cada urbanización tendría su supermercado, su panadería, su bar y su tienda de golosinas y prensa, pero algo falla, no hemos puesto nada de nuestra parte para romper con la estacionalidad con lo cual esos negocios se deben mantener con los beneficios obtenidos durante los meses de julio y agosto, el resto del año no pueden abrir y por tanto cierran y caen uno tras otro.

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Llegado este punto y considerando inviable  demoler los 22 Km de edificaciones y empezar de nuevo, me planteo:

– Los dos mares siguen estando igual de cerca y podemos seguir disfrutándolos.

– El Mar Menor es un paraíso para los amantes de los deportes como el windsurf,  el piragüismo o la vela.

– Cabo de Palos (unido físicamente a la Manga) constituye unos de los mejores sitios de España para la práctica del buceo.

– Seguimos teniendo  22 Km de playa de arena blanca y fina y aguas cristalinas.

– Existe amplia oferta de puntos de amarre en la zona.

– Está localizada a menos de 30 minutos de la ciudad de Cartagena y su gran oferta turística cultural.

–   ¿No estamos ante lo que puede ser un producto turístico excepcional? ¿No existe esa potencialidad? ¿Realmente ese Self-Service ha hecho llegar a un punto de no retorno?

Las dinámicas que veo por parte de los agentes con capacidad de decisión es la dar por muerta La Manga, dejarla en «sálvese quien pueda», seguir predicando que el futuro de nuestra Región está en el turismo y buscar un nuevo emplazamiento excepcional para una nueva «actuación estrella». Cuando un project manager llega al final de un proyecto, concluye con el apartado de «lecciones aprendidas», esa información que nos ha aportado el proyecto, que nos ha enriquecido y que nos ha hecho más expertos en la materia…. ¿tan difícil resulta ver a nuestra clase política como Project Manager territoriales las lecciones aprendidas del Self-Service Territorial de la Manga?.

Si lo que buscamos es un producto estrella, un proyecto emblemático, un elemento diferenciador, tenemos una oportunidad excepcional, LA CUALIFICACIÓN DE LA MANGA DEL MAR MENOR; hemos visto que el potencial es enorme, la inversión es ridícula en comparación con el desarrollo de un nuevo producto desde cero, el coste medioambiental es nulo (partiendo de la situación actual) y fundamentalmente si lo que buscamos es una nueva imagen de marca que atraiga el turismo de calidad, ¿qué mejor marketing que el de un territorio que ha sido capaz de darle la vuelta a la tortilla?.

EL MÉTODO ANTICIENTÍFICO EN EL PAISAJE URBANO

Cuando un médico se enfrenta al tumor de un paciente, primero analiza y diagnostica, luego estudia posibilidades de intervención, después opera y por último da puntos de sutura; es el fundamento del método científico; observar, plantearse preguntas, crear hipótesis, analizarlas,  discutirlas y optar por la mejor solución en base a la infinidad de parámetros que intervienen.

Acabo de terminar el estudio de paisaje de una comarca en la que hemos analizado cinco núcleos urbanos de tamaño pequeño-medio (desde 4.500 habitantes a 59.500), en todos ellos como norma común se detecta el mismo tumor en materia de paisaje urbano; accesos y bordes deteriorados, ensanches banales, cascos antiguos mal conservados, déficit de zonas verdes y espacios de reunión, etc…. también observamos en todos ellos una tendencia al intento de cura, signos de haber pasado por la consulta del médico, restos de cirugía….. pero hay un problema común, en todos los casos hemos pasado por alto las fases que citaba del método científico y directamente nos hemos ido a los puntos de sutura.

Es habitual encontrar fragmentos de avenidas con cipreses podados en forma de cilindros sobre un tapiz de césped natural o artificial, grandes esculturas en algunas rotondas que presuntamente nos anuncian una ciudad moderna y ligada al arte, farolas que en determinado tramo de calle dejan el modelo básico para pasar a ser modernistas y terminar por modelos de «vanguardia»; todo ello como digo en forma de puntos de sutura,  mientras el tumor sigue adelante; no hemos analizado y mucho menos planificado por lo tanto seguimos poniendo apósitos sin tener claro para qué o por qué, lo cual implica directamente que la eficacia de las acciones será sólo fruto de la casualidad, pudiendo no sólo no funcionar sino también ser contraproducente, de hecho pienso que este tipo de acciones inconexas entre ellas, sin sentido, desconectadas del lugar y desarraigadas de sus habitantes exportan una imagen negativa, la de no saber hacer las cosas, la del quiero y no puedo….

Frente a este intento de «maquillaje» de la cicatriz ¿por qué no atacamos directamente al tumor?. El importe económico de cualquiera de dichas acciones (en la mayoría de los casos inútiles) supera el coste de una planificación de paisaje, un instrumento que en base al método científico analice, diagnostique, se plantee preguntas y encuentre soluciones; una vez lo tengamos ya dispondremos de la hoja de ruta a seguir y ese será el momento de las acciones y las fotografías en los diarios, es evidente que el enfermo no sanará en breve, más bien a medio o largo plazo, pero la sensación al visitarlo será la de alguien que mejora, que se va a curar y sobre todo que está en buenas manos.