¿EL PAISAJE IMPORTA?

SI: Cuando vamos a un hotel vemos razonable pagar más por las habitaciones «con vistas» al mar que las que vuelcan a un patio interior o a una calle.

SI: Cuando paseamos por nuestra ciudad, preferimos hacerlo por un centro histórico bien gestionado o por un barrio de nueva creación bien planificado, ejecutado y mantenido, frente a hacerlo por nuevos barrios «maqueta» o viejos barrios decadentes.

SI: Cuando nos queremos relajar buscamos un entorno que nos transmita tranquilidad.

SI:  Cuando llegamos a un polígono industrial o un área terciaria, en la que el paisaje ha sido tenido en cuenta y no se trata de una simple acumulación de naves; nuestra sensación es que llegamos a una empresa «seria», «responsable» o «moderna».

SI: A todos nos gustaría trabajar en un entorno en el que con levantar la mirada pudiese ver árboles o al menos verde.

SI: Todos tenemos claro que una zona turística puede vivir de su paisaje.

…………….

Será que EL PAISAJE SI IMPORTA ¿No?, será que todos tenemos claro que nos aporta salud, calidad de vida, competitividad y bienestar ¿No?

Entonces:

¿POR QUÉ no se tiene en cuenta en la inmensa mayoría de políticas?

¿POR QUÉ siempre queda en segundo plano?

¿POR QUÉ necesitamos «vender» nuestro «producto» y tenemos que luchar para convencer cuando realmente están asumidos sus beneficios?

¿POR QUÉ las escasas políticas de paisaje son tan tímidas?

Una posible respuesta la encuentro en una concepción errónea de base; trabajar el paisaje, diseñarlo, planificarlo y gestionarlo no son acciones de decoro (entendiendo en este caso decoro como algo superfluo y por tanto prescindible), se trata de algo sustancial ya que estamos creando el entorno en el que vivimos y con el interactuamos;  por tanto simplemente se trata de lo primero que he citado, TRABAJAR. Un paisaje de calidad no requiere en la mayoría de ocasiones mayor inversión, simplemente necesita ser tenido en cuenta.

No considero razonable el comentario  muchas veces escuchado en época de crisis: «con la que está cayendo…. ¿cómo nos vamos a ocupar ahora del paisaje?»; efectivamente hay muchos problemas que solventar de mayor importancia y/o urgencia, pero bajo mi punto de vista, aquí está el segundo error, el paisaje no es un problema más a resolver sino una posible herramienta, una oportunidad a aprovechar…. ¿por qué no lo hacemos?

Ciudad: INTERACCIÓN_REACCIÓN

Unas reflexiones en formato vídeo sobre la ciudad actual, el paisaje urbano, metodología y dinámica.

¿Cómo mostrar el paisaje a una persona ciega?

En un pequeño documental titulado «Los colores de las flores» editado por la ONCE, vemos como un niño ciego, a la pregunta de su maestra sobre los colores de las flores responde: «…. las flores son de color pajarito…».
Traslademos esta situación a nuestro entorno de trabajo ¿cómo explicarle a un invidente de nacimiento, sin recuerdos visuales, cómo es un paisaje?.
Recorriendo cualquier zona de España es frecuente encontrar centros de interpretación del paisaje, paneles explicativos y numerosas publicaciones respecto a lugares excepcionales (algunos de ellos utilizando braille); estos elementos existen porque se trata de un bien común y como tal se «comparte» y explica en beneficio de la sociedad. ¿Por qué limitarlo a la sociedad vidente? ¿Qué ocurre si en sus explicaciones eliminamos toda referencia a colores? ¿Podríamos explicarlo?.
Estoy convencido de que sí; pero como punto de partida debemos asumir que la imagen, si bien es uno de los integrantes fundamentales del paisaje, ni es el único, ni es imprescindible.
Un territorio (natural o humanizado, excepcional o deteriorado) emite información que nosotros procesamos subjetivamente dando como resultado sensaciones que pueden ser positivas, negativas o simplemente banales; ahora bien ¿toda la información nos llega por la vista? Evidentemente no; el oído y el olfato intervienen claramente en nuestra forma de identificar y de asociar, mientras que el gusto y el tacto pueden intervenir en menor medida, pero son potencialmente una herramienta excepcional para dar respuesta a la pregunta que titula este post.
La contestación del niño del documental deja claro lo que comento; no ve, pero no por eso deja de crear una interpretación de la realidad como cualquier persona ciega o no; y esa interpretación le transmite una sensación, asocia flores con pájaros (para él lo natural, lo bonito, lo relajante).
El ejemplo claro lo tenemos en cómo describir un campo de hierba recién cortada; suave, fresco, limpio, su característico olor, muchas partes pequeñas (los tallos) moviéndose a la vez con el viento … (todavía no he dicho verde pero creo que ya se podría transmitir la idea). Ahora exijámonos algo más, describamos un paisaje desértico, una playa, una montaña y por qué no, una ciudad; ¿podemos describir sin dibujar, conceptos como equilibrio, escala, contraste, proporción, continuidad, unicidad o variedad?.
Tengo claro que sí, pero sobretodo estoy convencido de que merece la pena intentarlo; un sólo ciego que pudiese disfrutar de las sensaciones que nuestra vista nos aporta cotidianamente justificaría todo nuestro tiempo y dedicación; pero es más, en el camino de la búsqueda de esos «elementos fundamentales del paisaje» nos daremos cuenta de que cuando centramos nuestra atención exclusivamente en la imagen, realmente estamos infravalorando sentidos que pueden tener igual o mayor peso que el derivado de la vista en el resultado final (la sensación); a modo de ejemplo imagina estar en una playa sin el tacto de la arena en tus pies, el frescor de la brisa en tu cara o el olor del mar impregnándolo todo ¿qué sensación te transmitiría? ¿Sería totalmente distinta verdad? ¿Por qué entonces no hablar de olfato, tacto, gusto y oído en nuestras intervenciones?.

PAISAJE COMO HERRAMIENTA_COHESIÓN SOCIAL

PUENTE

El tratamiento del paisaje es una de las muchas variables interconectadas que interviene en la formación de problemas de cohesión social en la ciudad; evidentemente el paisaje no es la solución a todos nuestros problemas, pero comparto en este post dos razonamientos que, aunque resultan evidentes, no son asumidos generalmente por la sociedad y que considero que pueden constituir nuestro grano de arena a la solución.

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PAISAJE URBANO_EL VALOR DE LA SUBJETIVIDAD

 

 

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GRAFICA - copia

Para el estudio que recientemente hemos finalizado sobre el Paisaje Urbano de la Ciudad de Murcia; pusimos en práctica una investigación basada en un proceso de participación pública en el que, entre otros objetivos, nos marcamos el de conocer qué parámetros intervinientes en el paisaje urbano eran valorados por la sociedad y en qué medida o con que peso lo hacen.

Como vemos en la gráfica los indicadores considerados de mayor peso corresponden a cuestiones formales (espacios libres, porcentaje de vegetación existente,  dimensionado de recorridos peatonales, sección de viales); en la zona baja de la tabla, y por tanto considerados menos influyentes, encontramos sorprendentemente los temas más comúnmente criticados (ruido, presencia de coches, presencia de impactos negativos) y por último en la zona media se localizan cuestiones como la participación humana en la escena o la convivencia de distintos usos en una misma zona.

Una primera conclusión que podríamos plantear es el hecho de que socialmente el concepto de «paisaje» se sigue relacionando excluyentemente con lo agradable y relajante como elemento de disfrute, la idea del Convenio Europeo del Paisaje de «Paisaje es todo» no termina de ser asumida; se sigue considerando el concepto de «ir a disfrutar de un paisaje», no de vivir cotidianamente en él o con él; pienso que por ello cuando preguntamos por cuestiones que intervienen en el paisaje la mente se dirige automáticamente a pensar el momento en el que paseo tranquilamente, nunca el momento en el que me dirijo al trabajo o a hacer la compra.

La segunda cuestión de interés la obtuvimos al continuar el proceso de participación y tras preguntar sobre las preferencias de lugar de residencia, trabajo, relax o calidad de vida en relación al paisaje urbano; comprobamos como el barrio considerado como «Centro» (de estrechas calles y altos edificios, casi inexistencia de arbolado y recorridos peatonales muchas veces insuficientes (salvo las zonas peatonalizadas) arrasaba en todas las encuestas mientras que los barrios de ensanche (de amplias avenidas arboladas,  grandes aceras y numerosos espacios verdes) eran considerados banales y no eran nombrados en ninguna de las respuestas; ahora bien el Centro goza de identidad, de presencia humana en las calles a todas horas, de elementos culturales; de complejidad urbana con comercios, edificios administrativos, colegios, servicios, oficinas y viviendas; una trama no ortogonal que te invita a recorrer para descubrir, así como polos de atracción que le dan sentido al paseo; sin embargo en los barrios de ensanche sólo se detecta actividad a determinadas horas (ida y vuelta de los colegios y el trabajo), carecen de identidad, tienen una trama de interminables avenidas hacia ningún sitio y por lo tanto en ellos los comercios no prosperan y la complejidad se reduce.

La pregunta que me planteó es ¿La respuesta a la encuesta no ha sido coherente o realmente existe una reacción emocional involuntaria de la que no somos conscientes y nos hace interactuar con el paisaje?.

 

 

 

 

PAISAJE URBANO ¿RESULTADO O HERRAMIENTA?

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El Ranking Mundial de ciudades por su Calidad de Vida, elaborado por la consultora MERCER, lleva a cabo un análisis y clasificación de emplazamientos en base a una serie de 39 parámetros agrupados en categorías como ambiente político y social, ambiente económico, salud y sanidad, educación, servicios públicos y de transportes, ocio, bienes de consumo, alojamiento y condiciones climáticas. Dichos indicadores son hechos objetivos y por tanto resultan en cierto modo cuantificables y calificables; ahora bien en relación a lo que podríamos llamar «paisaje formal»  ¿Cómo afectan dichos indicadores y su evolución a la formación del paisaje? y en relación al «paisaje subjetivo» o la interpretación que individualmente hacemos de la información que recibimos ¿Influye el paisaje en la forma de percibir la calidad de vida?.

Considerando el paisaje como «resultado», la respuesta es afirmativa en los dos casos;  la implantación de infraestructuras, servicios, comercios, zonas de ocio, centros sanitarios, etc… modifica evidentemente el aspecto formal de la ciudad; y dependiendo del resultado, el paisaje nos ayudará a percibir la calidad de vida evaluada numéricamente, o en  caso contrario la enmascarará.

Sin embargo, si enfocamos el paisaje como «herramienta», vemos que su adecuada planificación y gestión, facilita las relaciones sociales y la interacción entre los habitantes; posibilita sensaciones relacionadas con la cultura; fomenta la identidad del lugar y por tanto la sensación de pertenencia y  de seguridad; permite el contacto con la naturaleza en un contexto antropizado, etc…. Es decir, considerando la planificación del paisaje en origen y no como resultado podemos no sólo hacer crecer los indicadores objetivos sino que además podemos, para idéntico valor numérico de los mismos, incrementar la sensación subjetiva de calidad de vida.

¿Por qué esperar entonces al resultado si tenemos la herramienta?

CAMPO-CIUDAD EL PROBLEMA DE LA MASA CRÍTICA

En España llevamos décadas buscando soluciones para el mantenimiento de población en el medio rural;  planes, programas y acciones piloto que en la inmensa mayoría de los casos no alcanzan su objetivo, la despoblación de los pequeños núcleos sigue avanzando sin que se consiga poner freno al proceso.

Resulta evidente que la población residente en el campo debe tener acceso a los mismos servicios que la que habita las ciudades, su ausencia unida a la dureza, dedicación y sacrificio que exige la agricultura y ganadería hacen casi inconcebible el relevo generacional frente a la opción del traslado a la ciudad. La mecanización puede suavizar y modernizar el trabajo, pero llegamos al punto clave, «los servicios»; la implantación de infraestructuras requiere una masa crítica de usuarios que la amorticen, pero dicha «cantidad de habitantes» no existe porque no hay infraestructuras, el círculo se cierra y no llegamos a solución alguna.

Bajo mi punto de vista creo que el fallo se encuentra en las hipótesis de partida; me hago las siguientes preguntas ¿Necesita lo mismo el habitante de la ciudad y el del campo? ¿Por qué estamos intentando crear servicios diseñados para implantarse en un entorno urbano de la misma forma que en una ubicación que no lo es? Un nivel satisfactorio de calidad de vida ¿se obtiene de la misma forma en todos sitios?.

Creo que ha llegado el momento de replantear desde origen,  analizar necesidades reales,  diseñar nuevos sistemas, buscar nuevas formas de satisfacción y abrir de una vez el círculo cerrado.

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¿PAISAJE AGRÍCOLA?

La primera de las fotografías sería la imagen mental que tenemos de un «paisaje agrícola de postal», algo que (aunque muchas veces de forma errónea), relacionamos con lo natural, saludable y sostenible. Si sostenible es que se garantice que las generaciones futuras puedan disfrutar al menos de lo mismo que nosotros, algo no se está haciendo correctamente. La «industrialización de la agricultura» es un derecho del agricultor a obtener mayores beneficios, ahora bien ¿donde empieza su derecho y termina el de la población a disfrutar de paisajes de calidad? Urbanísticamente la propiedad de un suelo no te da derecho a hacer lo que consideres oportuno sobre el mismo, si el Plan marca tres alturas no puedes hacer seis, si el uso fijado es el residencial no puedes poner una fábrica, si te debes separar tres metros del lindero no puedes edificar junto a tu vecino… todo ello en busca de un interés general. El paisaje es claramente un bien común y las consecuencias positivas o negativas de su ordenación, gestión y conservación nos afecta a todos ¿Por qué entonces las normas sólo se aplican para determinadas cosas?

TIERRAS ALTAS DE LORCA

Dicen que para que un paisaje despierte nuestro interés ya sólo buscamos lo pintoresco, yo realmente creo que no es así, cada paisaje nos aporta algo (independientemente de que lo conozcamos o no); la valoración de un paisaje no escapa afortunadamente de la subjetividad del observador, es por ello que cuando los que venimos de una tierra de minifundios o más bien «microfundios» en un terreno árido, muy densamente  poblado e intensamente explotado, llegamos a este territorio sin particionar, donde no se escucha nada, con el intenso color de los verdes en las llanuras agrícolas en contraste con los ocres de las potentes ramblas y con la sorpresa de encontrar riachuelos vivos, simplemente podemos comprobar el efecto terapéutico de un paisaje.

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CONSTRUCCIONES RURALES

El paisaje es un excelente narrador de historias, su contemplación nos hace comprender el carácter de sus habitantes, sus costumbres y su identidad. Las construcciones rurales tradicionales quedan insertadas en su entorno considerándolas todos integradas en el mismo por la sencilla razón de que en nuestra memoria forman parte del medio rural;  su emplazamiento y morfología nos ayudan a «leer» y comprender las formas de vida (en zonas elevadas para visualizar las fincas, a resguardo de una montaña para protegerse del viento en zonas de montaña, con árboles ornamentales o no productivos para dar sombra en los calurosos veranos); su existencia además rompe la posible monotonía de la contemplación del paisaje creando hitos, incidentes o llamadas de atención que atraen nuestra mirada y despiertan nuestro interés.  Hoy por hoy, la tendencia absoluta es la de su deterioro y desaparición, la historia que nos cuentan es la de una forma de vida abandonada que pasó a la historia, mantienen su efecto atractor pero cada vez más basado en el pintoresquismo de la ruina. Perdemos nuestra historia e identidad quizá sin demasiado sentido en un momento de auge del turismo rural y graves problemas de vivienda y empleo. Crece la demanda de alojamientos rurales mientras aumentan  las construcciones abandonadas en parajes idílicos; crece el desempleo y aumentan los terrenos baldíos; crece la necesidad de vivienda económica pero se siguen abandonando en el medio rural…. algo no funciona, se requiere el diseño de mecanismos que consideren la cuestión en su conjunto, pero  no como un problema a resolver, se trata  más bien de una oportunidad pendiente de ser aprovechada.

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