Etiquetado: paisaje banal
GENIUS LOCI URBANO_FUNCIONALIDAD
Cuando en la Escuela de Arquitectura nos hablaban del Genius Loci, de su necesaria vinculación con el proyecto, de la indisoluble relación que debía tener el medio con lo que empezásemos a crear en nuestra cabeza; todo estaba claro, es evidente, la arquitectura debe establecer un diálogo con su entorno, de la forma que sea, que será o no discutible, pero nunca obviándolo.
Llegan los proyectos de viviendas y algún edificio singular en medio rural, hasta aquí todo perfecto, «leemos» el entorno y tratamos de establecer con el proyecto el deseado diálogo…. pero ¿qué ocurre cuando llegamos a la ciudad?, nos sentamos delante del solar y nos preguntamos ¿Cuál es el genius loci? ¿Puedo «leer» algo? ….. ¿Tiene en cuenta nuestra planificación urbana el carácter del lugar?
Nuestros antepasados siguiendo las indicaciones de la funcionalidad, el aprovechamiento del medio o la protección frente al mismo, generaron una serie de criterios, un carácter y unas costumbres propias e intransferibles del lugar, estaban creando el genius loci de su ciudad; hoy día sin embargo, el desarrollo de las urbes, su crecimiento y más recientemente las «modas» han terminado por exterminarlo o al menos desvirtuarlo en tal medida que lo hacen irreconocible en la mayoría de los casos… ¿Esta tendencia es un problema?
Bajo mi punto de vista sí, es un problema grave; vamos ganando banalidad y por tanto perdiendo una identidad que, además de crear arraigo y sensación pertenencia, era el resultado de unas necesidades funcionales; y si algo funciona es valorado, estimado y nos hace sentir bien.
Un ejemplo claro lo veo todos los días en mi ciudad (Murcia) en España pero de origen árabe, con una trama original irregular de estrechos callejones, que respondía al simple hecho de contar con más de 40 grados a la sombra durante los meses de verano; llega una primera evolución y se mantiene el ancho de calle pero se incrementa en gran medida la altura de los edificios, sigue existiendo sombra pero comienzan los problemas por la sensación de «techo» en la calle; ante esto y con las corrientes higienistas pasamos a los ensanches con amplias avenidas que además den cabida al tráfico, ya no tenemos el problema de la sección estrecha….pero ¿qué ha pasado con la sombra? seguimos teniendo 40 grados y nuestro refugio pasa por escasos árboles de dudosa eficacia por su porte y por la elección de la especie.
Tras esta etapa, llegan las «modas» y las «planificaciones importadas», llegan la época del bulevar de amplia sección en el paseo central y reducida sección en los laterales, con lo cual los locales comerciales se sitúan donde la sección es estrecha y no se pueden ubicar donde es ancha y suficiente para el cómodo paseo; gracias a nuestro clima, nuestra costumbre es la del contacto social en las terrazas, no en situaciones laterales y de reducidas dimensiones como en París, sino en zonas amplias y bajo la sombra.
En otras ocasiones recogemos las «plazas duras» centroeuropeas con la intención de potenciar la contemplación de determinadas elementos de interés, como el caso de la plaza que da acceso a nuestra Catedral, con lo cual tenemos una atractiva plaza durante el invierno pero en verano, las personas que la transitan lo hacen a modo de carrera de hormigas junto a las fachadas de los edificios, como si de gatos se tratase; salvo algún osado viandante que se aventura al trayecto central, mientras las cafeterías recurren a los toldos como única solución para mantener las terrazas; ¿qué hubiese sido preferible contemplar la Catedral filtrada o tamizada por arbolado estratégicamente escogido o dejar la solución de manos de los propietarios de las cafeterías desviando el resultado al mejor o peor diseño de la publicidad de sus toldos?
Por lo tanto repito, cuando en la planificación obviamos el genius loci si estamos generando un problema; queda claro que hay que evolucionar y sobretodo dar cabida a brutales incrementos poblacionales, también es evidente que la ciudad antigua tenía innumerables problemas; pero ¿Por qué desechamos sus virtudes? ¿Volvemos a hablar de vagancia intelectual?
PAISAJE URBANO_EL VALOR DE LA SUBJETIVIDAD
Para el estudio que recientemente hemos finalizado sobre el Paisaje Urbano de la Ciudad de Murcia; pusimos en práctica una investigación basada en un proceso de participación pública en el que, entre otros objetivos, nos marcamos el de conocer qué parámetros intervinientes en el paisaje urbano eran valorados por la sociedad y en qué medida o con que peso lo hacen.
Como vemos en la gráfica los indicadores considerados de mayor peso corresponden a cuestiones formales (espacios libres, porcentaje de vegetación existente, dimensionado de recorridos peatonales, sección de viales); en la zona baja de la tabla, y por tanto considerados menos influyentes, encontramos sorprendentemente los temas más comúnmente criticados (ruido, presencia de coches, presencia de impactos negativos) y por último en la zona media se localizan cuestiones como la participación humana en la escena o la convivencia de distintos usos en una misma zona.
Una primera conclusión que podríamos plantear es el hecho de que socialmente el concepto de «paisaje» se sigue relacionando excluyentemente con lo agradable y relajante como elemento de disfrute, la idea del Convenio Europeo del Paisaje de «Paisaje es todo» no termina de ser asumida; se sigue considerando el concepto de «ir a disfrutar de un paisaje», no de vivir cotidianamente en él o con él; pienso que por ello cuando preguntamos por cuestiones que intervienen en el paisaje la mente se dirige automáticamente a pensar el momento en el que paseo tranquilamente, nunca el momento en el que me dirijo al trabajo o a hacer la compra.
La segunda cuestión de interés la obtuvimos al continuar el proceso de participación y tras preguntar sobre las preferencias de lugar de residencia, trabajo, relax o calidad de vida en relación al paisaje urbano; comprobamos como el barrio considerado como «Centro» (de estrechas calles y altos edificios, casi inexistencia de arbolado y recorridos peatonales muchas veces insuficientes (salvo las zonas peatonalizadas) arrasaba en todas las encuestas mientras que los barrios de ensanche (de amplias avenidas arboladas, grandes aceras y numerosos espacios verdes) eran considerados banales y no eran nombrados en ninguna de las respuestas; ahora bien el Centro goza de identidad, de presencia humana en las calles a todas horas, de elementos culturales; de complejidad urbana con comercios, edificios administrativos, colegios, servicios, oficinas y viviendas; una trama no ortogonal que te invita a recorrer para descubrir, así como polos de atracción que le dan sentido al paseo; sin embargo en los barrios de ensanche sólo se detecta actividad a determinadas horas (ida y vuelta de los colegios y el trabajo), carecen de identidad, tienen una trama de interminables avenidas hacia ningún sitio y por lo tanto en ellos los comercios no prosperan y la complejidad se reduce.
La pregunta que me planteó es ¿La respuesta a la encuesta no ha sido coherente o realmente existe una reacción emocional involuntaria de la que no somos conscientes y nos hace interactuar con el paisaje?.
PAISAJES INVISIBLES
Comenzamos este post con una cita que Oriol Nel expone en el libro “La construcción social del paisaje”para pasar después a comprobar el caso práctico de la ciudad de Murcia en materia de “paisajes invisibles” o “paisajes transparentes”.
“..el espacio no existe más que bajo la forma de “páginas escogidas”. En la región parisina uno ya no viaja. Se desplaza. Salta de un punto a otro. Lo que hay entremedio es el espacio-tiempo indiferenciado del trayecto en tren o en automóvil; un continuo gris que nada vincula al mundo exterior” Les passagers du Roissy-Express (Maspero 1990)
En el reciente trabajo que hemos realizado sobre el paisaje urbano de la ciudad de Murcia, se ha llevado a cabo un proceso de participación pública en el que se investigó sobre las preferencias de la sociedad murciana en materia de paisaje urbano a la hora de escoger el lugar de residencia, el entorno de trabajo cotidiano, un lugar para el relax o el que representase un mayor nivel de calidad de vida; los resultados no sólo ratifican la experiencia citada para el entorno de París, además nos muestra la gran magnitud del fenómeno en una ciudad media como la de Murcia.
Si consideramos barrios banales, transparentes, invisibles o inexistentes en la memoria de los encuestados aquellos que nunca aparecieron en los resultados de los cuestionarios, vemos constituyen en número de barrios el 70 % de los mismos; en superficie el 61,43% del total de la ciudad y en población el 65,88 % del total de habitantes, es decir de las casi 200.000 personas que habitan este área más de 130.000 lo hacen en un entorno que nada les aporta o al menos no lo hace de forma satisfactoria.