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CONSUMISMO DE VIDA PÚBLICA
Siempre he pensado que uno de los mayores fallos de las Administraciones es que su organización se diferencie tanto de la de de una empresa privada, en materia fundamentalmente de calidad, productividad, recursos humanos y cumplimiento de objetivos.
Toda empresa medianamente seria, antes de lanzar un producto hace un estudio de mercado buscando conocer o prever el nivel de aceptación que dicho producto tendría, y en función de los resultados se fabrica o se desecha la idea; trasladando esta situación a la planificación de ciudades me pregunto qué pasaría si antes de acometer acciones de mejora del espacio público, de avance en materia de sostenibilidad urbana o por ejemplo de potenciación de la ciclabilidad de núcleos urbanos; hiciésemos un “estudio de mercado” preguntando a nuestros “clientes” (sociedad) sobre la posible aceptación de dichos “productos”…. no me refiero a preguntar si les gustaría una ciudad más verde, más limpia, más sostenible, con mayor actividad humana en la calle; esa encuesta sería inútil ya que no nos informa sobre la viabilidad o la posibilidad de éxito, las bondades de esas acciones son de sobra conocidas por todos; cuál sería la respuesta si las preguntas son del orden de ….¿Qué estaría usted dispuesto a aportar? ¿En qué aspecto estaría dispuesto a ceder? ¿Cómo ayudaría a su mantenimiento?… creo sinceramente que, en caso de tratarse de una empresa privada, el resultado de esta segunda encuesta dejaría aparcada la inmensa mayoría de proyectos por inviables.
¿Cuál es el camino entonces? ¿Nos dedicamos a sensibilizar durante años cuando realmente los que se interesan por esas actuaciones de sensibilización son las personas que ya están sensibilizadas? ¿Planteamos acciones e inversiones sin considerar la posibilidad de éxito y esperamos a ver qué pasa?…. Cuando la gente protesta porque un domingo se corta el tráfico de una calle para una maratón, cuando los peatones invaden los carriles bici, cuando las bicis invaden las zonas peatonales a modo de velódromo, cuando corto el tráfico aparcando en doble fila para ahorrar 30 céntimos de parking o 50 metros de “caminata” y cuando las arcas de las Administraciones están vacías, creo que ninguno de estos es el camino a seguir.
Volviendo al mundo de la empresa privada, vemos la técnica de las muestras de perfumes, de productos para bebés o de alimentación; son artículos de bajo coste que nos permiten probar el producto y si nos gusta y nos engancha comenzamos a demandarlo; ¿no sería esta una opción válida en la planificación de ciudades?; como hemos comentado en otras entradas, hacer una calle peatonal durante un tiempo no implica necesariamente una gran inversión, sólo necesita que no pasen los coches, los peatones también pueden andar por el asfalto; la pintura puede transformar una línea de aparcamientos en un carril bici; una mesa con unos bancos puede convertir un espacio inútil en un centro de reunión y contacto en el barrio; permitir ordenadamente la instalación de puestos en la calle puede transformar un aburrido trayecto en un interesante paseo…. esas serían las muestras de bajo coste y si nuestro consumismo de vida pública, de sostenibilidad y de calidad de vida urbana se despierta, entonces será el momento de las grandes actuaciones.